CARMEN ALBORCH La alegría de vivir
Alborch con Alberti en la celebración de su 93 cumpleaños en El Puerto de Santa María (Cádiz), el 17 de diciembre de 1995. PÉREZ CABO OCTAVIO SALAZAR Córdoba 25 OCT 2018 - 08:55 CEST Siempre que me preguntan sobre lo que el feminismo aporta a mi vida insisto en la alegría. La alegría de tener las ventanas siempre abiertas, la alegría de reconocer mi vulnerabilidad, la alegría de aprender sin descanso de tantas maestras, la alegría al fin de descubrir la importancia del orden amoroso de la vida. En el aprendizaje de esa actitud vital, que es también una forma de compromiso —ya saben, lo personal es político—, han sido y son esenciales las mujeres que he tenido la suerte de ir encontrando por el camino. Han sido ellas las que me han regalado una lima con la que ir poco a poco desgastando los barrotes de la jaula de mi virilidad. Como si fueran una especie de diosas de carne y hueso capaces de hacer que este descreído se deje interpelar por las luces del feminismo, como