La escritora danesa que hizo voltear la mirada hacia África
Karen Christentze Dinesen llegó al África oriental en 1914, hace ahora 100 años, soñando con libertad y aventuras lejos del cerco familiar en su Dinamarca natal.
Su objetivo era sacar adelante en Kenia una granja de café junto a su marido, el barón Bror von Blixen-Finecke, con quien se casó en Mombasa. "Lo cierto es que la región era demasiado elevada para cultivar café y había que abrirse paso a duras penas", escribió después.
Su objetivo era sacar adelante en Kenia una granja de café junto a su marido, el barón Bror von Blixen-Finecke, con quien se casó en Mombasa. "Lo cierto es que la región era demasiado elevada para cultivar café y había que abrirse paso a duras penas", escribió después.
Y lo cierto es que las plantaciones avanzaban a duras penas sobre todo porque el gran cazador Bror Blixen resultó ser igual de aficionado a perseguir mujeres que leones. Debido a sus líos de faldas contagió a Karen la sífilis y el matrimonio quebró, por lo que ella se vio obligada a gestionar sola la granja. "Más tarde, cuando tuve la oportunidad de volar y contemplar mi granja a vista de pájaro, me sentí orgullosa de mi plantación de café, que tiñó de un verde brillante el grisáceo paisaje".
Aventuras amorosas
Aquel vuelo lo realizó junto al aventurero Denys Finch Hatton, el gran amor de su vida. El atractivo e ingenioso británico había pisado por primera vez África en 1911 y allí descubrió su pasión por los safaris y los animales salvajes. También él era un gran aficionado a la caza mayor, pero siempre regresaba a casa de Karen. "Denys Finch Hatton no tenía otro hogar en África que la granja; en ella vivía entre sus safaris, aquí tenía sus libros y su gramófono", escribió Blixen. Este último se lo regaló a Karen, y con él entraron Mozart y Beethoven. "Trajo nueva vida a la granja, se convirtió en su voz".
Aquel vuelo lo realizó junto al aventurero Denys Finch Hatton, el gran amor de su vida. El atractivo e ingenioso británico había pisado por primera vez África en 1911 y allí descubrió su pasión por los safaris y los animales salvajes. También él era un gran aficionado a la caza mayor, pero siempre regresaba a casa de Karen. "Denys Finch Hatton no tenía otro hogar en África que la granja; en ella vivía entre sus safaris, aquí tenía sus libros y su gramófono", escribió Blixen. Este último se lo regaló a Karen, y con él entraron Mozart y Beethoven. "Trajo nueva vida a la granja, se convirtió en su voz".
En 1931 Finch Hatton y su avioneta se estrellaron en la región de Tsavo, en el sur de Kenia. "Denys muerto volando, el 14 entierro en las colinas de Ngong", escribió el 15 de mayo de 1931 en un telegrama a su hermano Thomas. Poco más tarde, abandonó el país, pero su pregunta sigue en el aire: un siglo después, ¿conoce África alguna canción que hable de Karen Blixen?
Al menos en Kenia, sí. Todo el barrio en el que una vez se situó su granja pasó a llamarse "Karen" y son muchos los lugares que aún conservan las huellas de la danesa, que sigue siendo un personaje muy popular. Al contrario que muchos europeos que llegaron a África en la época colonial, Blixen dio trabajo en su granja a muchos kenianos y con algunos, entre ellos el sirviente somalí Farah y el cocinero kikuyu Kamante, mantenía una estrecha relación.
"Yo tenía una granja en África, a los pies de las colinas de Ngong...", reza el comienzo de las famosas memorias de Blixen. Un siglo después de aquella primera mirada a las colinas, la frase sigue evocando sueños, sabanas, paisajes salvajes, leones y elefantes. Y por supuesto, la Luna nueva de África.
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