Solo 5 mujeres se sientan en los 46 sillones de la Real Academia Española de la lengua
En los casi tres siglos de historia de la Real Academia Española (RAE), sólo siete mujeres han ocupado un sillón en la docta institución. Una labor que ha estado reservada en exclusiva a los varones hasta la segunda mitad del siglo pasado, cuando las puertas del viejo caserón de la calle Felipe IV se abrieron, al fin y por primera vez, para una mujer. Eso sí, 266 años después y tras sonoros portazos a varias escritoras y filólogas. Bien entrado en siglo XXI son cinco las mujeres con silla en la Academia, que cuenta con 46 plazas, de modo que ellas siguen así siendo una rareza en la RAE.
«Es mucho lo que queda por hacer», reconoce una de estas cinco académicas en activo, Soledad Puértolas, que cree sin embargo que «sería erróneo establecer cuotas femeninas o imponer la paridad». Ana María Matute, escritora y una de las tres únicas ganadoras con el Premio Cervantes, que ella obtuvo en el 2010, es la académica más veterana en la casa, a la que se incorporó en 1998 como titular del sillón K. Tras ellas llegaron cuatro más, todas en la última década: la historiadora Carmen Iglesias (2002, sillón E), la científica Margarita Salas (2003, sillón i), la narradora Soledad Puértolas (2010, sillón g) y la filóloga Inés Fernández Ordóñez (2011, sillón P).
Fundada en 1713, bajo el reinado de Felipe V, la RAE tardaría una eternidad en dejar paso a las fémina s y no fue por falta de candidatas. La primera en intentar romper el muro académico fue la poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873). Para la pacata sociedad de la época era inconcebible que una señora ocupara puesto de tanta responsabilidad, y no hubo caso.
Pronto podrán ser seis las mujeres con sillón. Las candidatas son la novelista mallorquina Carme Rieras y la poeta malagueña María Victoria Atencia, que aspiran a cubrir la vacante de Valentín García Yebra.
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