Helen Mirren "Tengo 70 años. Estoy aquí y continúo siendo atractiva"
La última vez que la entrevisté, en 2001, hablábamos, entre otras sorprendentes cosas, de cómo reclutar a monjas para el contrabando de drogas.
A los camareros se les caían los platos de las manos. Bebíamos y Mirren hablaba con desprecio de Hollywood y soltaba una palabrota tras otra.
Esta vez me encuentro con ella en Beverly Hills, tan solo hay agua para beber, y Mirren hace lo posible por ser diplomática y se corta a la hora de decir un taco. En nuestra anterior entrevista apenas era conocida. Su momento estelar llegaría cinco años después, en 2006, con The queen y su transformación en la reina de Inglaterra.
Hoy sencillamente es Helen Mirren, diosa de la pantalla, heroína de las mujeres mayores, gran señora de L'Oréal para quien no pasan los años y Dama Comandante de la Orden del Imperio Británico. De hecho, lo único que no ha cambiado desde nuestro anterior encuentro son sus piernas.
«Ojo, que no son sus piernas de verdad», avisó mi mujer antes de me fuera a la entrevista. Lo que era más o menos cierto. En la tele estaban pasando un anuncio suyo y las vistosas piernas que aparecían en un plano corto en realidad eran de una modelo. Cosa que Mirren reconoce, con la apostilla de que sus piernas más bien se parecen a las de un futbolista.
«Mi marido y yo siempre hablamos de mis piernas como de las de un futbolista. De hecho, hubiera sido una buena futbolista. Porque tengo la constitución adecuada... y nunca me gustaron los deportes para jovencitas como el hockey o el voleibol. Pero, por desgracia, en mi época no era de recibo que una mujer jugara al fútbol».
Mirren lleva puesto un vestido morado ajustado que le llega a la rodilla, y es verdad que tiene piernas robustas como las de un futbolista, aunque femeninas. Tiene el pelo sedoso y plateado, y luce bastante menos maquillaje que en los anuncios de L'Oréal.
XLSemanal. En julio va a cumplir 71 años, y su aspecto se ha convertido en un modelo de elegancia y glamour para las abuelitas del mundo entero.
Helen Mirren. Alguien debería inventar una nueva palabra para describir este fenómeno. Soy consciente de que me he convertido en una fuente de esperanza para muchas mujeres. Y es fantástico... Porque estamos aquí, continuamos siendo atractivas y seguimos teniendo una presencia pública. Todo ello es muy deseable.
XL. Siempre se ha mostrado sarcástica con la gente que se desespera al envejecer. En 2001 estuvo hablándome de las estrellas de Hollywood como Demi Moore que se levantaban a las cuatro de la mañana para pasarse cinco horas en el gimnasio.
H.M. ¡Y yo sigo sin ir al gimnasio! Aunque sí que hago gimnasia, de forma ocasional. Cuando te haces mayor, se convierte en una necesidad. Sigo sin ser una actriz de Hollywood, pero quizá lo que ha sucedido es que Hollywood ha cambiado.
XL. Le recuerdo que durante nuestra anterior entrevista me dijo que los actores de Hollywood estaban «infantilizados por la gente que los rodea, una gente que a la vez los desdeña».
H.M. Sigue siendo un poco cierto, pero hoy hay muchos actores que toman sus propias decisiones. Por poner un ejemplo, en esta última película [Eye in the sky, estreno en España: 13 de mayo], uno de los productores es Colin Firth. Y fue Colin quien me ofreció el papel.
XL. Da la sensación de que le impresionan los actores de la última generación.
H.M. ¡Jennifer Lawrence! ¡Saoirse Ronan! No sé cómo se las arreglan para tener semejante dominio de su propia persona... Estamos hablando de unos actores maravillosos, hermosos. Y no me limito a hablar de la hermosura física. Lo que encuentro más hermoso es el dominio que tienen sobre sí mismos, su inteligencia y su naturalidad. Me quedo asombrada.
Helen Mirren actúa en dos de los grandes estrenos del momento. Una película es la citada, Eye in the sky, la otra es Trumbo [estreno en España: 26 de abril], donde interpreta a Hedda Hopper, la increíblemente poderosa periodista de cotilleo que fue el terror de Hollywood entre los años treinta y cincuenta. Engreída y siempre tocada con vistosos sombreros, Hopper desempeñó un papel fundamental en la caza de brujas anticomunista emprendida por el senador Joe McCarthy. Una de cuyas víctimas en Hollywood fue el guionista Dalton Trumbo (de ahí el título del filme). Hopper es la mala de la película.
XL. En una escena escalofriante de la película Trumbo, su personaje planta cara al famoso productor Louis B. Mayer y lo chantajea aprovechándose de que él en su momento intentó seducirla.
H.M. Hedda Hopper era consciente de su poder y no tenía reparo en utilizarlo de un modo que, en un principio, no parecería muy femenino. Pero no. Sí que es muy femenino. Se subestima la capacidad de las mujeres en ese sentido. Hay mujeres que siempre se salen con la suya y todo porque los demás subestiman su poder. Hopper proyectaba una imagen caricaturesca, de forma deliberada. Los sombreros que llevaba no eran elegantes, sino ridículos. Pero lo que ella quería era llamar la atención, que todos se fijaran en ella.
XL. Usted hace lo posible por vincular la agresividad y la crueldad de Hopper al sexismo propio de la época.
H.M. Sospecho que cuando dijo a Mayer: «En su día quisiste joderme, pero ahora soy yo la que va a joderte», lo dijo con sinceridad. El acoso sexual estaba a la orden del día. Es mi forma de verlo. Se volvió una mujer obsesiva y sospecho que había en ella cierto desequilibrio.
También se da cierta ambigüedad en el personaje de la coronel Katherine Powell, el papel que Mirren interpreta en Eye in the sky. La película, casi rodada como un documental, trata sobre un ataque con aviones no tripulados contra unos terroristas en Kenia. Powell es una oficial británica empeñada en que el ataque se realice a pesar de la resistencia de los políticos, los abogados e incluso, en el momento de la verdad, de sus propios socios: los estadounidenses.
XL. Una vez concluido el rodaje, usted se enteró de que su papel había sido escrito en principio para un actor varón.
H.M. No creo que cambiaran mucho del diálogo por eso. Pero me parece que el hecho de que el papel lo interpretara una mujer sí que cambió muchas otras cosas. El director [Gavin Hood] me dijo que no quería que la gente se encontrara con otra película bélica en la que solo salían hombres, otra peli de guerra rebosante de testosterona. Al darme ese papel, quiso dejar claro que lo fundamental era centrarse en la moralidad y la ética de una operación de ese tipo.
XL. Su personaje y todos los de Eye in the sky son éticamente ambiguos. Como si no existiesen decisiones correctas o incorrectas. Los argumentos en pro y en contra del ataque son igualmente poderosos. La verdad es que su interpretación en ambas películas es espectacular.
H.M. Hago el trabajo necesario para ajustarme a las exigencias de un papel. Investigué a fondo la figura de Hedda Hopper, para ver qué aspecto tenía y cómo hablaba. Pero trato de no pensármelo todo en exceso. Con el tiempo me he convencido de que la mejor escuela de interpretación es la defendida por Gérard Depardieu: lees el guion y haces lo que pone en la página.
El padre de Mirren nació en Rusia. Está de acuerdo conmigo en que tiene aspecto de mujer rusa y explica que, en Rusia, la gente la toma por tal, a la hora de preguntarle por una dirección en la calle, por ejemplo. Sin embargo, en el plano cultural es inglesa por los cuatro costados. Suele contarse que se marchó a Estados Unidos a principios de los años ochenta porque se molestó al no ganar el premio Olivier por su trabajo en Antonio y Cleopatra. Según se publicó, la rabia la llevó a decir: «Que se vayan a la mierda. Aquí no me quieren, así que me largo de este país».
Hoy dice que se fue porque tenía varias ofertas cinematográficas y porque había conocido al director Taylor Hackford. Mirren y Hackford empezaron a convivir en 1986 y se casaron en 1997. Hoy tiene casa en Los Ángeles y en Londres. Su sobrino y la familia de él residen en Estados Unidos, y tiene dos hijastros de Hackford, por lo que, en sus propias palabras: «Toda mi familia vive en América». No piensa renunciar a su pasaporte británico, aunque es posible que con el tiempo adquiera la doble nacionalidad, por la incómoda razón de «planificar las herencias y demás».
XL. Usted es tan británica que defiende apasionadamente al príncipe Carlos.
H.M. Carlos será un gran rey, desgraciadamente no por mucho tiempo. Tampoco es que yo sea muy de reyes y reinas. Conozco a Carlos un poco, no demasiado bien. No entiendo que la gente se meta con él por el hecho de que su país le preocupe lo suficiente como para hacer algo al respecto y escribir a distintas personas. Cuando lees esas cartas suyas -con su letra peculiar-, te das cuenta de que es muy buena persona, un hombre que se preocupa por la arquitectura y por el aspecto que tiene su país. Un hombre decente.
XL. Habla de Carlos de forma maternal, lo que lleva a plantear una pregunta: ¿cómo es que no ha tenido hijos?
H.M. Me encantan los niños, son tan dulces y tan divertidos... pero nunca quise tener mis propios hijos. Y nunca me he arrepentido de esa decisión. Bueno, es mentira. Tras ver la película Dulce hogar... ¡a veces! Estuve llorando como una magdalena durante 20 minutos. La película hablaba de lo que supone ser padre, de que nunca dejas de serlo, ni cuando eres abuelo. Me di cuenta de que eso nunca iba a vivirlo y durante 20 minutos estuve llorando. Me sentí invadida por un sentimiento de pérdida, por el hecho de que eso nunca lo iba a experimentar. Pero aquel arrebato se me pasó, y volví a sentirme tan feliz como siempre.
El resultado de aquella decisión es que no tiene muchos familiares directos. Su hermano Peter murió en 2002. Según declaró en 2001, su hermano era «un aventurero que pasaba media vida en Filipinas y se relacionaba con las chicas que trabajan en los bares».
Peter murió de un cáncer de piel. Helen hizo lo posible por facilitar su tratamiento. «En Filipinas no saben lo que es un cáncer de piel. Si Peter hubiera estado en Australia, ahora seguiría con vida».
La atmósfera se ha vuelto sombría y deprimente. A fin de cambiar de tema, paso a hablar de política. Helen Mirren está a favor de que Gran Bretaña siga en la Unión Europea. Y de forma tan sorprendente que me resulta casi surreal: al estilo de nuestro encuentro en 2001, se muestra abierta partidaria de Jeremy Corbyn, líder del partido laborista británico, y de Bernie Sanders, el senador izquierdista norteamericano, que lucha para ser el candidato del partido demócrata a las presidenciales de 2016.
«Son dos hombres un poco chapados a la antigua, del tipo izquierdista de toda la vida, con sus ropas un poco raras, sus peinados un poco raros y demás... pero de pronto estamos redescubriendo ese tipo de pensamiento político. Un pensamiento político que parecíamos haber perdido. Un poco como lo que sucedió con el idioma galés. Justo cuando estaba a punto de desaparecer, la gente lo redescubrió».
Sorpresas te da la vida. La Helen Mirren de 2001 sigue estando ahí.
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