Yusra Mardini, la nadadora olímpica refugiada que casi muere ahogada en el Mediterráneo
Cada atleta que compite en unos Juegos Olímpicos lleva una historia de superación personal a sus espaldas. De un esfuerzo y un sacrificio superior al del común de los mortales. Pero en estas Olimpíadas compiten diez deportistas cuyo esfuerzo va mucho mas allá del deportivo. Se trata de la delegación formada por refugiados, la primera en la historia de los juegos. Entre ellos está la nadadora siria de 18 años Yusra Mardini, que pasó de nadar en competiciones internacionales a casi morir ahogada en aguas del Mediterráneo.
Yusra explica que ella y su hermana Sara temieron morir ahogadas después de que el bote sobrecargado en el que trataban de llegar a Grecia desde Turquía empezara a llenarse de agua. Junto con otros dos refugiados que sabían nadar, saltó al mar y tiró del barco durante tres horas para salvar la vida de otras 19 personas. Toda una heroicidad.
“Cuando nadaba por mi vida, nunca habría imaginado que llegaría donde estoy ahora”
Las dos hermanas, que ahora viven en Alemania, dejaron su hogar en Damasco hace un año viajaron a Turquía. Una tarde, se subió a un bote en la costa de Turquía junto con otras 20 personas (tres veces más de lo que la embarcación puede aguantar) . “Antes de subir al barco, la gente te dice que vas a morir”, recordaba Sara. “Así que lo primero que piensas cuando te subes es en la muerte. No piensas en otra cosa”.
“Cuando nadaba por mi vida, nunca habría imaginado que llegaría donde estoy ahora”, reconoce en una entrevista en vídeo publicada por la Organización Internacional para los Inmigrantes.
Sara, también nadadora, le dijo a su hermana que si su barco se hundía durante el viaje sólo deberían tratar de salvarse a sí mismas, ya que sería imposible ayudar a todos los demás. Pero cuando el motor se paró y el barco comenzó a desinflarse se dio cuenta de que no podía dejar que los demás se ahogasen.
“Necesitábamos tener menos peso en el barco y nadie más aparte de nosotras sabía nadar ... Cuando entré por primera vez en el agua todo mi cuerpo estaba temblando como lo hace justo antes de competir”, recuerda. “En ese momento sentí que la vida era algo más grande que yo misma. Toda la gente en ese barco eran parte de mí. Me pareció que era mi deber para saltar en el agua... si me hubiera ido, me hubiera siento mal conmigo misma por el resto de mi vida”.
Tras dos horas en el agua, Sara recuerda que empezó a temer por el riesgo de quedarse dormida y ahogarse. “Se estaba haciendo oscuro y hacía frío, el viento soplaba y me estaba congelando. No podía abrir los ojos, por que estaban llenos de agua salada”, rememora. Al final, lograron llegar a las islas griegas en mitad de la noche. Si no hubiera sido por la valentía de las hermanas, quizás nunca lo hubieran conseguido.
Yusra dice que espera que su historia inspire a otros.” Ahora estamos entrenando muy duro “, afirma. “Ahora pienso en hacer orgullosos a mis padres y a todos los que me han apoyado”. “Mucha gente nos está escribiendo, nos está contando sus historias. Mucha gente tiene esperanza en nosotros. Y no podemos defraudarlos”, señala.
“Espero que abran las fronteras para los refugiados, conseguir una medalla en los Juegos Olímpicos, y que mi ciudad natal esté en paz de nuevo”
“No hablamos el mismo idioma y procedemos de distintos países, pero la bandera olímpica nos une y ahora representamos a 60 millones de personas de todo el mundo. Queremos dar lo mejor de nosotros para demostrar a todo el mundo que podemos ser buenos atletas y buenas personas”, señaló Yusra en rueda de prensa.
La adolescente confiesa tener tres sueños: “Espero que abran las fronteras para los refugiados, conseguir una medalla en los Juegos Olímpicos, y que mi ciudad natal esté en paz de nuevo”.
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