PLAUTILLA BRICCI, LA PRIMERA MUJER ARQUITECTA DE LA HISTORIA
La personalidad artística de Plautilla Bricci (Roma, 1616-ca. 1690), ha sido descubierta en los últimos años gracias al trabajo de los historiadores Consuelo Lollobrigida y Yuri Primarosa. Está considerada como la única mujer que ejerció la arquitectura en el Seicento italiano y quien además practicó con cierto éxito la pintura y las obras de carácter efímero. Plautilla se crió en un ambiente artístico y literario. Su padre, Giovanni Bricci era un discreto pintor, mientras que su madre, Chiara Recupito, era pariente de una de las cantantes más importantes del siglo XVII. La educación recibida de sus progenitores fue la base de la versatilidad creativa de Plautilla, al igual que la de su hermano Basilio, quien también fue pintor y arquitecto.
Como arquitecto sabemos que Plautilla realizó dos importantes obras en Roma. La primera la Villa Benedetti, cerca de la Puerta de San Pancracio en la colina Junícula. Ésta fue encargada por el abad Elpidio Benedetti, agente del Cardenal Mazzarino, en 1663. La villa era conocida como “el Buque”, por su forma que recordaba un barco.
“tiene la forma de un gran barco de guerra, del que están representadas perfectamente todas sus partes externas, que solo le falta que se eleven sus velas”.Ville di Roma, Milano, 1970, p. 408.
Il Vascello, como se conocía popularmente al edificio, fue destruido en el asedio francés de Roma en 1849. De él se conserva un aguafuerte realizado hacia 1761 y varios de los proyectos de la propia Plautilla para el edificio. El uso de las serlianas, los entrantes y salientes que animan la fachada y la utilización de diversos elementos de raigambre renacentista, nos hablan de la rica cultura arquitectónica de Plautilla, que fue capaz de fundir muy diversos estilos en su obra. En este edificio, no obstante, se observa una cierta pesadez de las formas, que en ciertos aspectos recuerda al manierismo de Giulio Romano.
En 1677, Elpidio Benedetti, publicó una guía, bajo el pseudónimo de Matteo Mayer, en el que daba una descripción detallada de su Villa y además aportaba diferentes vistas de la misma. En dicha guía también explicaba el papel desempeñado por Plautilla Bricci y por su hermano Basilio. Benedetti le otorga a ella solo la responsabilidad de la decoración interior con pinturas alegóricas y religiosas. Es cierto, que ella colaboró en buena parte de las pinturas realizadas en la Villa junto a un anciano Pietro da Cortona y a Francesco Allegrini. Asimismo, Plautilla realizó una “Asunción de la Virgen” para el altar de la Capilla. Sin embargo, los contratos de la edificación y los dibujos y planos preparatorios encontrados en el Archivo de Estado de Roma han conseguido demostrar que también fue ella la que proyectó el edificio y que si contó con la colaboración de su hermano fue casi testimonialmente.
De este magnifico edificio tan sólo se conservan restos de la puerta de entrada en forma de gruta. Ello nos hablan de la gran imaginación y atrevimiento de la arquitectura de Plautilla Bricci, que utilizó un elemento renacentista como las grutas para dar un aspecto más naturalista y diverso a esta Villa a medio camino entre lo campestre y lo urbano. Este elemento está además dentro del lenguaje que en esos mismos años está desarrollando Gianlorenzo Bernini en sus proyectos para el Louvre y que también nos puede recordar al basamento de la Fontana dei Quatri Fuimi del mismo autor. Es por ello que algunos autores como Marcelo Fagiolo han relacionada la traza de la Villa Benedetti con Bernini, pero sin que haya documentación alguna al respecto. Esto nos da idea del talento de esta arquitecta cuya obra está siendo equiparada con la del gran genio del Barroco, Gianlorenzo Bernini.
Tras el éxito de este primer encargo, en 1664 el Abate Benedetti le comisiona a Plautilla un edificio religioso: la capilla de San Luis, en la iglesia de San Luis de los Franceses. La capilla, una de las más ricamente ornamentadas de toda la iglesia por sus mármoles polícromos, sus bronces dorados y un cortinaje de estuco azul con flores de lis enmarcando la entrada de ésta, fue inaugurada en 1680. En ella Plautilla también realizó la pintura principal del retablo que representaba a San Luis de Francia, en la que muestra su dependencia de la escuela romana, por su composición equilibrada y tranquila.
En la Capilla de San Luis de los Franceses Plautilla mostraba sus dotes a la hora de crear un espacio escenográfico y suntuoso. Asimismo, dejaba a las claras su cultura arquitectónica y su capacidad de reinterpretación de elementos de otros maestros, ya que la cúpula de la capilla que ofrece luz cenital al espacio bebe de Bernini y de otros maestros del barroco italiano. Esa capacidad es la que le valió ser admitida en la Accademia del Disegno di Roma.
Como pago por sus buenos servicios el abate Benedetti le donó en 1667 en usufructo una casa adjunta a la iglesia de San Luis de los Franceses. Dicha disposición fue refrendada en el testamento del abate de 1690, por lo que se deduce que ella vivió con posterioridad a esa fecha, aunque se cree que los últimos años de su vida los pasó en un convento.
Junto a su trabajo de arquitecta, del que estamos seguros tiene que haber más ejemplos pero que debieron ser integrados dentro de las obras realizadas por el taller de su hermano, Plautilla también realizó pinturas, como ya hemos visto al hablar del altar de San Luis de los Franceses. Recientemente se han dado a conocer dos pinturas que realizó para la Compañía de la Misericordia de Poggio Mirteto. Un estandarte procesional para la confraternidad en el que se representaba a la Virgen del Rosario y un lienzo pintado por ambos lados con dos escenas de la vida de San Juan Bautista, por un lado el Nacimiento de San Juan y por el otro Salomé recibiendo la cabeza del Bautista. En estas pinturas Plautilla deja ver la influencia de Pietro da Cortona y del clasicismo de tipo académico en su estilo.
En un momento en el que el papel de la mujer era muy diferente y fueron pocas las que lograron tener una profesión, la calidad de Plautilla Bricci hizo que su fama la sobreviviera. No obstante, queda por delante trabajo para poder discernir qué otras obras como arquitecta pudo acometer. Lo que está claro es que abrió camino a las mujeres en un campo en el que hasta el siglo XIX no volveremos encontrar féminas… o posiblemente las hubo, pero sus nombres, como pudo ocurrir con Plautilla, están esperando a ser desenterrados en los archivos.
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