Silvia Federici: “La cadena de montaje empieza en la cocina, en el lavabo, en nuestros cuerpos”
Silvia Federici es actualmente profesora en la Hofstra University de Nueva York y una veterana activista feminista ya desde los años 60. Su obra trata desde la filosofía y teoría feminista, pasando por la historia de las mujeres o más recientemente el impacto de las políticas del FMI y el Banco Mundial en África, las cuales pudo estudiar de cerca después de una larga estancia en Nigeria. Pero sobre todo Federici es conocida por su detallado estudio sobre los procesos de expropiación dirigidos a los cuerpos y los saberes, la caza de brujas y la reproducción de las mujeres. Todo esto lo explica en Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria (Tinta Limón Ediciones, 2010), un libro que ya tuvo más de 3.200 descargas por la red. Algunas personas dicen que es la parte no escrita de El Capital de Marx, ella lo niega diciendo que si fuera así sólo estaría añadiendo cosas cuando lo que se trata es de repensar haciéndolo de forma conjunta.
¿Por que crees que era necesario un libro sobre las brujas y la caza de brujas?
El libro sobre las brujas nace como parte de la investigación que empecé a hacer en los años 70, investigación que estaba conectada con los debates que se estaban dando en el movimiento de las mujeres. Había debates sobre el origen de la discriminación de las mujeres, las razones sobre la diferente posición de las mujeres en la sociedad capitalista respecto a los hombres. Primero de todo quería entender por qué las mujeres todavía están discriminadas. Tenía una teoría, pero estaba interesada en demostrar que esta discriminación no estaba basada en la tradición, sino que de hecho es algo que había sido construido en las sociedades capitalistas. Dicho de otro modo, el patriarcado no es un legado del pasado sino más bien ha sido refundado por el capitalismo. Desarrollamos la idea de que en el capitalismo tienes una organización del trabajo que tiene dos componentes: la producción de mercancías y la de fuerza de trabajo para el mercado. Las mujeres llevan a cabo la producción de la fuerza de trabajo y la discriminación viene del hecho de que este trabajo se ha hecho invisible. Así que el poder social, por muy limitado que sea, que tiene el trabajador masculino debido a que cobra un sueldo y que su trabajo está reconocido, no lo tienen las mujeres. Pero la realidad es que si observamos el capitalismo a través del trabajo asalariado, que incluye trabajo asalariado y trabajo no asalariado, veremos como la relación salarial es mucho más compleja que si sólo tenemos en cuenta el trabajo asalariado, ya que el trabajo asalariado incluye también mecanismos de exclusión, incluye como de hecho dice Marx, mecanismos para la extracción de trabajo no asalariado. En el caso de las mujeres, de alguna manera este trabajo es el más importante porque crea las personas que trabajan, ya que no puedes hacer coches sino tienes quien lo haga, nosotros decimos que la cadena de montaje empieza en la cocina, en el lavabo, en nuestros cuerpos. El capitalismo ha entendido esto ya que es el sistema de explotación que, más que cualquier otro, enfatizó la importancia del trabajo. Así que tiene muy claro que las mujeres son el sujeto productivo más importante, pero para mantener esta producción de la forma más barata posible este trabajo se ha hecho invisible. Quise estudiar la historia para tratar de comprenderlo, empezando por el siglo XIX y luego más atrás donde me encontré con la caza de brujas.
¿Qué descubriste cuando te adentraste en el estudio de la caza de brujas?
Fue un choque porque conocía las brujas, pero siempre había sido una historia que nunca sabías si había sido real o una fantasía. Pero cuando empecé a estudiarlo e investigarlo lo que me di cuenta que me estaba enfrentando a un fenómeno que era extremadamente importante y además se dio de forma simultánea con el cerco (enclousure en inglés), la expulsión del campesinado de sus tierras, el proceso de colonización o con el comienzo del tráfico de esclavos. Todo esto hizo que me diera cuenta que todo este proceso era fundamental para el desarrollo de la sociedad capitalista, siendo uno de sus fundamentos más importantes. Es interesante también porque muchos de estos procesos están basados en la exterminación: del sujeto colonial, de la gente africana que sufrió la trata de esclavos y también de las brujas. Entendí que todos estos fenómenos están conectados y eran parte de la acumulación capitalista, de la acumulación de la clase trabajadora, de la acumulación de fuerza de trabajo. Esta fue la perspectiva desde la que empecé a mirar la caza de brujas, la que me llevó hacia muchos caminos muy diferentes. Empecé a entender que el desarrollo del capitalismo, como fue descrito por Marx, tenía que ser, no reescrito, porque creo que el trabajo de Marx es muy acertado y muy potente, además de muy útil para estos días, de hecho pocas cosas se podrían cambiar, pero a la vez hay otra historia que Marx no vio.
Tú has estudiado mucho a Marx y hablas mucho de él en tu libro, pero a la vez hablas de que Marx no vio la historia desde el punto de vista de las mujeres. ¿Qué podemos aprender de Marx y que hemos de reformular?
Para mí lo más importante de Marx es su teoría sobre la explotación, la importancia que le da al salario, no sólo lo que significa a nivel de tener dinero, sino también lo que significa a la vez de organizar la sociedad, de organizar no sólo la fábrica habitual, sino también la fábrica social. A la vez su explicación de la acumulación primitiva u originaria sigue siendo fundamental. Marx todavía nos sirve para explicar hoy en día que pasa en el mundo en cuanto al desarrollo capitalista, pero el trabajo de Marx se basaba en que el capitalismo está moldeado por la idea de que el trabajador asalariado será el sujeto revolucionario y que es en el terreno del trabajo asalariado donde la lucha por la transformación del mundo y por la transición al comunismo tendrá lugar. Pero Marx no tenía un conocimiento profundo del proceso que se da en el capitalismo que produce la fuerza de trabajo. Si leemos el primer volumen de El Capital de Marx sobre la teoría de la plusvalía donde describe la producción de fuerza de trabajo, encontraremos que la forma en que describe la producción es extremadamente limitada y reducida. Para Marx, la producción de la fuerza de trabajo está totalmente encajada dentro de la producción de mercancías. El trabajador tiene un salario, con el salario compra la mercancía, la utiliza y se reproduce a sí mismo, en ningún caso se sale del círculo de la mercancía. Por lo tanto toda el área del trabajo reproductivo que es tan importante y vital para las sociedades capitalistas, y toda la cuestión de la división sexual del trabajo está totalmente ausente. Es importante señalar que ver todas estas otras áreas no significa incluir un quinto capítulo en el primer volumen de El Capital.
Creo que si fuera así sólo añadiríamos cosas, pero lo que se trata es de repensar hacerlo de forma conjunta. Siempre digo que lo que he intentado hacer no es escribir la historia de las mujeres en el capitalismo, sino la historia del capitalismo desde el punto de vista de las mujeres y la reproducción, que de hecho es muy diferente. Si escribes la historia de las mujeres en el capitalismo dices, vale, tenemos la historia de los hombres y ahora haremos la historia de las mujeres, pero escribir la historia del capitalismo y de su origen desde el punto de vista de lo que le pasa a las mujeres o que pasa con la reproducción, que para mí están muy conectadas la una con la otra, hace repensar todo en conjunto desde otra perspectiva. El trabajo contractual dentro del capitalismo está acompañado de un cantidad inmensa de trabajo no libre, no asalariado y no contractual. Es entonces cuando empiezas a entender por qué a través de la historia del capitalismo tienes colonización de una forma continuada, al igual que las diferentes formas de esclavitud. Aceptar que el trabajo no libre y no asalariado es fundamental, y que no sólo tiene como objetivo extraer riqueza de la gente trabajadora, sino también una forma de organizar la sociedad, es muy importante. La supervivencia de las relaciones no libres es algo fundamental y forma parte del maquillaje genético de las sociedades capitalistas. Mirando el capitalismo desde el punto de vista de la reproducción, lo que yo llamo la reproducción de la fuerza de trabajo, ha sido muy importante para llegar a entender el capitalismo y eso es algo que no encuentras en Marx. De hecho se dice que tu libro es la parte no escrita de El Capital de Marx…
Volviendo al libro, hay un momento que argumentas que durante la Edad Media la división del trabajo no conllevaba necesariamente la opresión de las mujeres…
En muchas sociedades, antes de los procesos de colonización, los hombres y las mujeres tenían tareas diferentes, y existía una división de las tareas. De hecho en muchas sociedades, por ejemplo en Nigeria, los hombres y las mujeres trabajaban en la agricultura y cada uno de ellos plantaba cosas diferentes y se organizaban de formas diferentes. Incluso hay casos en que los hombres y las mujeres utilizaban palabras propias. De esta manera no dependían de los hombres, tenían acceso a sus propias cosechas y las utilizaban para auto subsistir si era necesario. Así que el hecho de hacer tareas diferentes no significa que automáticamente deba implicar unos grados de poder diferentes, la cuestión es qué valores estaban asociados a estas diferencias. Tuvimos muchos debates en el movimiento feminista de la clase de sociedad que queríamos. ¿Queríamos una sociedad donde no utilizamos la categoría hombre o mujer? ¿O queremos una sociedad que tenga alguna forma, no de especialización, pero sí de diferenciación porque después de todo las mujeres tenemos la capacidad de tener hijas? Tal como yo lo veo las diferencias no son el problema, el problema es la jerarquía. La jerarquía hace que las diferencias se vuelvan una fuente de discriminación, de devaluación y de subordinación. No es necesario construir una sociedad donde no haya diferencias, quizá podemos decidir que algunas diferencias son buenas.
También hablas sobre cómo la acumulación primitiva de capital, también fue la acumulación y la división de las diferencias, no sólo en la clase trabajadora, sino también en cuanto a género, etnia y edad.
Marx dijo varias veces que cuando hablamos de acumulación primitiva de lo que realmente estamos hablando es de la acumulación de trabajo. Lo que hace el capital en su primera fase de desarrollo es la acumulación de la clase trabajadora. Otro aspecto de la acumulación es la división, la acumulación de la división, que es el momento fundacional del racismo y del sexismo. Yo siempre insisto una y otro en la importancia de esto, incluso hoy en día. El hecho de que el capitalismo pueda organizar diferentes regímenes de trabajo ha sido una de las armas más poderosas que ha utilizado para detener los procesos revolucionarios. Primero porque divide a la gente, segundo puede utilizar algunos grupos a los que delega poder, como por ejemplo delegando poder sobre los hombres para controlar el trabajo de las mujeres. Por ejemplo a través del uso del salario el capitalismo ha podido ocultar muchas áreas de explotación, como el trabajo doméstico, y hacerlas aparecer como naturales. La construcción ideológica de las diferencias está estrechamente relacionada a través de la construcción material. Así se crean diferentes formas de invisibilidades, dividiendo a la gente y para poder utilizarlas unas contra otras. La habilidad del capitalismo de externalizar y dividir el trabajo ha sido muy grande. Si tomamos un ordenador por ejemplo, no sabes qué cantidad de trabajo y de qué tipo se ha hecho para construirlo. En un ordenador hay mucho trabajo manual que se ha hecho en el Congo para excavar las minas, sacar el litio, etc. Esta es la división del trabajo, esta es la construcción de las diferencias.
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