Audrey Tang: hacker, superdotada, transgénero y ministra llamada a cambiar el mundo digital



Audrey Tang
Con 6 años leía literatura clásica en varios idiomas. Con 8 aprendió a programar. Con 16 fundó su primera empresa y a los 18 la acabó vendiendo. En la vida de Audrey Tang todo ha pasado demasiado pronto, demasiado rápido para el ritmo de vida habitual de las personas ordinarias. Pero ella no es para nada ordinaria.
Tang es una genio, de las pocas reconocidas en la actualidad. Su coeficiente intelectual se sitúa en 180sus habilidades informáticas son bien conocidas y su determinación por la defensa de los derechos cívicos en Internet la ha llevado a ser nombrada Ministra Digital de Taiwán con apenas 35 años, convirtiéndose en la persona más joven del gobierno. Una vez más, demasiado pronto.
Dotada de una mente excepcional, Tang es una programadora autodidacta que decidió aprender a programar con 8 años a través de un libro que encontró tirado por su casa. No tenía ordenador así que se inventó uno. Con una hoja de papel y un lápiz dibujó un ordenador y unas teclas. Cuando sus dedos las pulsaban sobre el papel ella escribía el código resultante de sus acciones.

"Aprendí programación sin una máquina. Es muy educativo: la programación se convirtió en ese momento en una forma de pensar", asegura Tang. A los pocos años sus padres le compraron un ordenador de verdad. Unos meses más tarde escribió su primer programa: un juego educativo para su hermano pequeño.
Creció en una familia que viajaba mucho y en 1993, cuando tenía 12 años, sus padres decidieron volver a Taiwan. Tang tenía que comenzar la secundaria pero decidió no hacerlo alegando que todo lo que debía aprender lo podía hacer desde su propia casa con un ordenador. Tim Berners-Lee y su equipo acababan de poner en marcha la World Wide Web.
"Con la web, de repente era obvio que iba a aprender todo lo que quería directamente de los propios investigadores. ¡En la escuela tendrían que pasar 10 años para que me fuera enseñado!", confiesa ahora.
En 4 años ya había montado su primera startup, un motor de búsqueda de canciones en mandarín. A los 18 la vendió y lo mismo hizo con las siguientes varias empresas que fundó. Cuando estaba al principio de la veintena se mudó a Silicon Valley y con 24 se cambió de sexo y de nombre.
Audrey había nacido siendo un hombre. Ahora no se considera transgénero sino post-género, una persona que va más allá de las convenciones sociales de sexo y géneros.
En 2014, durante el Movimiento de los Girasoles en Taiwán, una protesta estudiantil contra la firma de un tratado comercial con China, Tang pasó del código al activismo digital. Durante la ocupación del parlamento taiwanés, ella se dedicó a instalar algunos cables, cámaras y altavoces, a crear una infraestructura para transmitir los hechos en directo. Siempre declaró que no se consideraba una rebelde ni se iba a posicionar, ella luchaba para promover la libertad de expresión.
"La mayoría de las tecnologías que hemos desplegado en Taiwán fueron neutrales, iban destinadas a animar a la gente a hablar, teníamos un código muy fuerte de neutralidad", declara Tang.
Para ese entonces Tang había vuelto de San Francisco a su país natal. Tenía 33 años y se acababa de jubilar. Puede parecer algo peculiar e incluso extravagante retirarse en el momento en el que muchas personas comienzan la mejor época de su carrera profesional, pero una vez más el caso de Tang es único. "Me salté por completo la educación superior, trabajé veinte años y luego me retiré. Visto así no es tan loco", sostiene.
A pesar de haber formado parte de las protestas del 2014, la primera vez que Tang participó en acciones antigubernamentales fue en 2012, después de que el gobierno de Taiwán lanzara un video sobre una reforma económica denigrante para la ciudadanía. En respuesta, ella y un grupo de hackers amigos decidieron publicar los datos del presupuesto del gobierno en una web clara, legible y bonita indexada en g0v.tw.
Ahora, su carrera de activismo cibernético la ha llevado a ocupar una silla en el recién constituido gobierno de la presidenta Tsai Ing-wen, la primera mujer en ocupar el cargo. El hecho de que haya sido elegida augura una mayor apertura del gobierno taiwanés hacia la comunidad LGTBI y la posibilidad de que se permitan los matrimonios entre personas del mismo sexo.
Por su parte, Tang tendrá la misión de hacer el gobierno más transparente y transformar Taiwán en la Silicon Valley asiática a base de software libre y sin perder de vista la participación cívica y los derechos digitales de los ciudadanos. La tarea no es nada fácil pero seguro que ella volverá a estar a la altura de las expectativas.

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