Maren Ade, directora de 'Toni Erdmann': "Siempre hay un motivo complejo detrás del humor"
Maren Ade es tan amable que no se cansa de contestar una, otra y más veces al mismo misterio con una sonrisa: ¿Cómo una película alemana con humor se ha convertido en la película europea del año? Es la directora de Toni Erdmann, oficialmente coronada en los Premios del cine europeo, sensación de Cannes, y una de las favoritas para el Oscar a la mejor película de habla no inglesa.
La directora alemana de 40 años se encuentra en Madrid y al preestreno de su película asistió Pedro Almodóvar. Ade no ocultaba su emoción por el encuentro con su rival en los próximos Bafta. Y su miedo de no gustar al director manchego. No trae mal aval: su película, cine de autor al fin y al cabo, ha cosechado una taquilla histórica en Alemania. El 20 de enero se estrena en España.
Toni Erdmann es la película más compleja y ligera del año. Es la historia de una mujer joven (Sandra Hüller) absorbida por su trabajo de consultora en Bucarest para una multinacional alemana. Su padre (Peter Simonischek), aficionado a las bromas, aparece de pronto en su vida para poner patas arriba sus convicciones. Y de paso revelar el absurdo de la sociedad entera.
Esquiva a toda etiqueta, Toni Erdmann es un drama paternofilial, crítica social, y sí, sorprendente comedia envuelta en un tono kamikaze a base de tomas largas y realismo absoluto. Ade, con humor, sostiene que no es comedia, pero que no le importa si calificarla así lleva público a las salas.
“Para mí el humor no solo es hacer un chiste. Si escoges el humor como idioma lo puedes hacer de modos muy diferentes. El humor puede ser cínico, agresivo. O puede ayudarte a huir de una situación. O acercarte a alguien. Siempre hay una razón compleja detrás. Y tratamos de descubrir eso en la película”, explica Ade en una entrevista para RTVE.es
Hace años, Ade asistió al estreno de una secuela de Austin Powers y le regalaron unos dientes postizos. Su padre se los quedó para bromear constante con ellos. Y ese es el origen de un personaje burlón, tierno e inolvidable, que se inspira en el antihumor del cómico estadounidense Andy Kauffman y su afición a crear personajes.
¿Es Toni Erdmann un llamamiento a conocerse y aceptarse a uno mismo? “Sí, desde luego es una buena interpretación. O, por lo menos, a abandonar todos los papeles que interpretamos en nuestra vida diaria”, define la directora.
Porque el grotesco personaje que se inventa el padre no es menos ficticio que el disfraz de profesionalidad de la hija en su entorno laboral. Desde los directores generales a los meros obreros, Toni Erdmann retrata todas las capas del mundo de los negocios con una veracidad asombrosa.
Toni Erdmann es invisiblemente compleja. Maren Ade se documentó durante un año sobre la labor de consultores alemanes en Bucarest, rodó más de 100 horas con sus actores hasta pulir una historia de poco más de dos horas y media, y utilizó 2000 extras para rodear a sus pocos personajes en las realistas localizaciones de Bucarest. Siete años ha tardado Ade en estrenar su tercera película, tras Entre nosotros (2009).
“Situamos la historia en Rumanía porque la brecha entre ricos y pobres es más grande. Allí se ve el capitalismo que se apoderó de un país. Cuando cayó el comunismo el país se vendió al mejor postor, dolorosamente. Y muchísimas empresas alemanas y extranjeras entraron en el país. Me interesa mostrar como la jerarquías entre países continúa dentro de las empresas. Y mostrar las actitudes de los alemanes cuando van al extranjero, diciendo a la gente qué es lo que tienen que hacer”, dice Ade del trasfondo de la película.
En Los exámenes, del rumano Cristian Mungiu, se retrataba, como si fuera un díptico dramático en negativo, cómo a un padre rumano le obsesionaba que su preparada hija abandonará el país. El mejor cine europeo del año tiene Rumanía como escenario. Y, como en aquella, también Toni Erdmann es el reencuentro emocional de un padre y una hija distanciados.
“El padre es un personaje alemán típico, que pertenece a la generación de la posguerra, que estaba muy politizada, que crió a sus hijos con valores humanos para asegurarse de que el nacionalsocialismo no ocurriese otra vez, y que tiene ese idea de un mundo sin fronteras", dice la cineasta. "Y ahora el padre se enfrenta al resultado: su hija ha transformado esos valores en los contrarios”.
Sostiene Ade que le interesa el cine que plantea preguntas, con la esperanza que los espectadores se las lleven a casa para reflexionar. Y, de las muchas cuestiones de Toni Erdmann, sobresale una nada modesta: ¿Qué nos hace ser felices?
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