Natacha López: “la vida se escapa y no se puede dejar todo por el maldito cáncer”
Un récord de vida, una carrera ganada al lado oscuro. Y ahora toca pasar página. Cuando usted lea esta historia, Natacha López estará descansando en su casa de Massalfassar, pueblo pegadito a Valencia, después de pasar por el quirófano. El fastidio por los drenajes estará olvidado. La imagino mirándose al espejo con el torso desnudo, reconociéndose de nuevo después de casi tres años con un solo pecho por un cáncer de mama. La reconstrucción está hecha. Y estará soñando con participar en la maratón de Nueva York junto a David Serrano, su pareja, su compañero de kilómetros y kilómetros y kilómetros.
Hace un par de semanas, un amigo periodista me contó que una mujer muy especial tenía dos retos para este año: terminar doce maratones y hacer una portada de interviú que sirviese para visibilizar la lucha contra la enfermedad, para normalizar la imagen de las mujeres mastectomizadas y, sobre todo, para gritar que no hay que conformarse, “que la vida se escapa y hay que aprovecharla”, como ella reclama constantemente. Dicho y hecho. Horas después de que la fotógrafa Sandra Torralba plasmase en preciosas imágenes su batalla por vivir, Natacha se sometió a una intervención para reconstruir su pecho. “Lo hago para pasar página. Cuando la oncóloga me informó que tendría que darme doce sesiones de quimio y quitarme un pecho, le dije que me daba igual que me quitasen una o las dos tetas. Eso sí, le dije: «Yo solo quiero ver crecer a mis hijos». Ahora busco quitarle hierro a la enfermedad. Sé que muchas mujeres se traumatizan cuando se ven sin un pecho pero les digo que no tienen por qué sentirse mal. Tú no lo puedes elegir, te ha tocado vivir un cáncer y no puedes hacer nada. Si tienes un accidente y tienen que amputarte un dedo o una pierna, no puedes hacer nada. ¿Por qué lo vas a esconder? ¿Por qué te vas a avergonzar? La semana que viene volveré a mi cuerpo de antes y será como pasar página”, explica esta mujer de 36 años, corredora de fondo, una máquina de desgastar asfalto.
Natacha López es la tercera de cuatro hermanas. Sus padres se separaron cuando ella tenía quince años. Se relame solo de pensar en aquellas hamburguesas y helados que le hacía su madre, de origen norteamericano. Como muchas adolescentes hizo danza, voleibol, baloncesto... “Y es cuando me di cuenta de que no se me daba mal correr”.
Se sacó el título de técnico de análisis y control, se matriculó en Química pero no acabó la carrera. Una noche, después de trabajar poniendo copas, tomó la decisión de cambiar de vida. Estamos en 2004. Se presentó a unas pruebas para trabajar en Greenpeace y allí conoció a David, un chaval de Albacete. Sin freno, como ella. Se enamoraron con Maná de banda sonora. “Él era muy atleta y a los pocos meses, cuando nos fuimos a vivir juntos, me convenció para salir a correr ocho kilómetros con él”. David es un loco de los números, de las rutinas runner, de los desafíos. “Natacha, ¿por qué no corremos 365 días consecutivos?”. A pesar de los días de estrés, de los días tristes, de las lesiones... no fallaron ni un solo día. Ocho kilómetros, ocho kilómetros, ocho kilómetros... Y cuando pasó un año se miraron y pensaron lo mismo: “¿Seguimos?”. Y así estuvieron hasta el día 742. Por el camino, David vio morir a su padre de cáncer de pulmón –”aquel reto le hizo estar orgulloso de mí. Por eso el día del entierro Natacha y yo nos calzamos las zapatillas y corrimos en su honor por su pueblo. Algunos no lo entendieron”, recuerda David– y también disfrutó con su mujer embarazada. “Llevábamos 600 días corriendo cuando fui al ginecólogo. Le pregunté si podía seguir con mis carreras y me respondió: «¿Está usted enferma? No. Pues a correr». Participé en una carrera embarazada de seis meses y medio”.
En 2010 deciden debutar en una carrera popular, una media maratón en un pueblo cercano. Se apuntaron tarde y salieron desde atrás pero empezaron a adelantar corredores. Sin darse cuenta, Natacha llegó la primera. Comenzó su verdadera adicción. “Descubrimos un mundo increíble, a gente más friki que nosotros. Habremos corrido unas 500 carreras, a veces una el sábado y otra el domingo”. Natacha empezó a hacer podios y fue fichada por Serrano Club de Atletismo. Se volvió a quedar embarazada y a las carreras iba con pulsómetro. Hay fotos de Natacha con una barriga impresionante y dándolo todo para llegar a la meta. Luego llegaron los maratones y Natacha volvió a demostrar su poderío. En su año de debut fue subcampeona autonómica en el de Castellón.
El año clave es 2015. Natacha acababa de ganar la Carrera de la Mujer de Valencia cuando se notó un bulto en el pecho. “El día que fuimos a la ecografía me quedé helada, tenía un tumor malo. Cuando el médico llamó a David nos pusimos a llorar y a pensar en los chiquillos, tenían 7 y 4 años. Fue un mes de pruebas médicas, hasta pensé en buscarle novia a mi marido. Fue muy duro hasta que la oncóloga me tranquilizó: «Verás crecer a tus hijos». Entonces lo visualicé todo, las doce sesiones de quimioterapia y la mastectomía". Ellos siguieron corriendo. Por la mañana al hospital y por la tarde a mover las piernas. “A nivel de rendimiento deportivo sí noté los efectos de la quimio, pero al estar activa me afectó menos al sistema circulatorio”.
Si hay un momento de bajón es el día en que el cabello empieza a caerse. Natacha se cortó el pelo para amortiguar el impacto. "A mí una teta me daba igual pero es horrible cuando un día, de repente, ves como se caen los mechones de la cabeza enteros. Y después llegan las cejas y las pestañas". Al poco entró al quirófano para que le extirpasen el pecho izquierdo. “Sentí alivio, me habían quitado algo malo. No me traumatizó. Enseñé la cicatriz a mis hijos: «Cuántas grapas tienes, mamá», me decían. Creí que la naturalidad era la mejor forma de normalizar la situación. No me sentí mal, seguí viéndome femenina pero cambié el estilo de vestir. Me gustaban los escotes y no podía ser. Te acostumbras y te adaptas a lo que tienes. Lo importante es aceptarte como eres en cada momento".
Le recomendaron que no corriese en los siguientes dos meses y a los 23 días se estaba atando los cordones de las deportivas. “Claro que quiero volver a tener mis dos pechos pero, sobre todo, lo que quiero es volver a ser yo misma. El cáncer nos ha unido más, los dos decidimos romper tabúes del cáncer de mama. De todo el proceso ha crecido algo en mi interior, sé lo que es importante y lo que no. Hay que aprovechar el momento porque no sabes cómo acabará todo, hay que intentar ver el cáncer como si fuese una enfermedad común. La vida se escapa y no se puede dejar todo por el maldito cáncer. En la zona de confort hay mucha rutina, estrés por el trabajo, prisas, y ahora estoy de baja –es empleada en las oficinas de Media Markt de Valencia– y he decidido sacar a los niños del comedor, estar más tiempo con ellos, y utilizar mi tiempo para mí”.
Cuando le pregunto por qué quería ser portada de interviú, Natacha no tiene dudas: quiere verse bonita con un solo pecho, no quiere ocultar algo que le ha cambiado por dentro y por fuera, necesita mandar a la mierda al cáncer y demostrar que lo importante no es una teta o dos. “Y también pienso que los hombres son importantes en todo el proceso. Ellos también son afectados. Seguro que los lectores tienen una conocida, un familiar, una amiga, su esposa, que han tenido cáncer de mama y le han tenido que quitar un pecho. No pasa nada. No es lo importante”.
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