“A la mujer de Oscar Wilde, feminista, la trataron de locura pélvica”
Cuál es la mayor mentira dicha sobre las mujeres?
Hay muchas, pero todas pivotan sobre la de que somos inferiores a los varones.
¿Todavía estamos con eso?
Hace muy poco un diputado europeo polaco nos echó la culpa de la despoblación del mundo y dijo que debíamos quedarnos en casa engendrando hijos.
¿Quién inventó esa mentira?
Aristóteles fue el primero en dar una explicación biológica sobre la inferioridad de la mujer, arguyendo que la mujer era un hombre mal engendrado.
Le siguió el darwinismo.
Las teorías de Darwin sirvieron para que a lo largo del siglo XX se asentara la idea de que las mujeres somos evolutivamente inferiores al hombre porque debemos invertir mucho tiempo en la crianza de la prole.
¿Y de ahí nuestra necesidad del hombre protector?
Mientras el instinto del macho es preservar su herencia genética copulando con cuantas más mujeres mejor, el de la hembra es asegurarse la protección de un macho fuerte.
¿Teorías superadas?
Pese a que unas cuantas y excelentes primatólogas desmontaron el mito de los evolucionados cazadores que alimentaban a las pusilánimes hembras, esas creencias siguen en vigor. ¿Recuerda a Larry Summers?
Secretario del Tesoro con Clinton.
Y presidente de la Universidad de Harvard, no lo olvidemos, porque dijo en un discurso que por mucho que a las mujeres se las educara nunca llegarían a los niveles más altos en matemáticas e ingenierías porque biológicamente no estamos preparadas para ello.
La lucha de las científicas es perseverante.
Jocelyn Bell descubrió los púlsares mientras hacía su tesis doctoral, pero el Nobel de Física se lo llevó su director de tesis. Y a la actual presidenta de la Unión Astronómica, la mexicana Silvia Torres, la mandaron tras doctorarse en Astronomía, a la vuelta de la Universidad de Berkeley, al despacho de su marido.
Menos mal que se negó.
A lo largo de la historia, la ciencia ha marginado y ha manipulado a las mujeres; y esa discriminación sigue estando muy presente.
Se ha repetido hasta la saciedad lo de nuestra incapacidad para los números.
Sí, pese a que los estudios demuestran que hay más diferencia entre los propios cerebros de las mujeres y los de los hombres, que entre los de hombres y mujeres.
Dicen que somos emocionales, débiles...
Fabricar enfermedades mentales típicamente femeninas ha sido un dispositivo muy eficaz de control y regulación de nuestra rebeldía y de nuestra sexualidad, empezando por la histeria en el siglo XIX.
Fue una auténtica epidemia.
La supuesta enfermedad de la “histeria” se trataba con electrochoques, torturas psicológicas o extirpando los ovarios o el útero. El feminismo y el lesbianismo estaban también consideradas enfermedades psicológicas.
Entonces, un mal que extirpar...
Hay casos documentados de reconocidos médicos que escriben: “Decidí extirparle los ovarios para acabar con sus pervertidos instintos (...). Ahora es una mujer deseosa y ansiosa de atender su hogar”.
...
La escritora feminista Constance Lloyd, esposa de Oscar Wilde, murió tras una operación para extirparle los ovarios porque sufría “locura pélvica”. En realidad tenía esclerosis.
¡...!
Durante muchos años la salud de la mujer sólo ha estado circunscrita a la reproducción. Hasta 1988 los ensayos de la agencia estatal de EE.UU. sólo incluían a hombres, de manera que los posibles efectos adversos de los medicamentos para las mujeres no se estudiaban.
¿Hemos mejorado en eso?
Hasta pasada la década de los años 90, la mayor parte de los programas de investigación relacionados con enfermedades cardiovasculares y con cánceres se han realizado sólo en varones.
Son datos.
Sí. Y hay otros tantos que se nos ocultan a menudo por los propios intereses de las empresas farmacéuticas; por ejemplo, los efectos secundarios que tiene la píldora anticonceptiva, incluso las de última generación, es algo desconocido para la mayoría de mujeres.
Lo explica el prospecto.
Se ha suspendido el ensayo clínico de una píldora anticonceptiva masculina, que no se va a comercializar porque tiene una serie de efectos secundarios que, en realidad, son idénticos a los de la femenina.
Deberíamos compartir las consecuencias.
Tampoco se habla claramente de los efectos secundarios de la vacuna del virus del papiloma humano o de la terapia hormonal sustitutoria.
Para ellos inventaron la Viagra.
Tras el éxito de la Viagra en varones se pensó en la posibilidad de extender el mercado a las mujeres y se inventó la Viagra Rosa.
¡Nosotras no tenemos nada que levantar!
No, claro, no funcionó. Pero es que además el cuerpo femenino se ha estudiado muy poco. ¿Usted sabía que tenía próstata?
La verdad es que no.
Pues es el órgano determinante de la eyaculación femenina.
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