Sonia Casas: «Me decían que la montaña era un mundo de hombres»
La primera mujer Guía de Alta Montaña y Escalada de España proyecta esta tarde en Vitoria su audiovisual Alpinismo en femenino
Durante más de una década, Sonia Casas ha sido la primera mujer titulada como Guía de Alta Montaña y Escalada, en España. Si bien, en la actualidad, tan solo hay tres chicas con esta titulación. Nacida en Bilbao, tras vivir en diferentes lugares, esta emprendedora que derrocha vitalidad tiene su campamento base en Etxauri (Navarra). Sonia Casas es la protagonista del audiovisual Alpinismo en Femenino, un proyecto en el que repasa su experiencia de vida y su transformación. Esta tarde se proyecta en Vitoria, en el marco de las Jornadas Audiovisuales de Montaña, organizadas por el Club de Montaña Gasteiz y la Fundación Vital, y el próximo lunes en Elorrio.
-¿Qué es Alpinismo en Femenino?
-No se trata de hablar de un trekking concreto, sino que es la escalada de mi vida. Hablo de mi experiencia personal e intento transmitir un mensaje de esperanza. Quiero incentivar a otras personas a superar sus dificultades.
-Dice que la vida es la montaña más difícil de subir. ¿No ha tenido fácil llegar hasta aquí?
-Me gusta decir que las circunstancias condicionan pero no determinan. Yo he tenido un montón de circunstancias que han condicionado mi desarrollo, pero lo importante es decidir hacia dónde quieres ir y caminar cada día.
-Y decide hacerse guía de alta montaña cuando no había antes ninguna mujer…
-Sí. No tenía ningún referente, no podía consultar con nadie. Durante una década no ha habido ninguna otra, pero ahora somos tres, porque en los últimos años se han titulado dos chicas más. Cuando me lo propuse ya me advirtieron de que lo iba a tener difícil. Me decían que la montaña era un mundo de hombres.
-¿Por qué solo estaba reservada a hombres?
-Las competencias físicas en montaña son fuertes, tienes que ser una persona superdotada físicamente. En esta profesión tienes que tener mucha fortaleza física y aguantar el frío, las heladas… en un medio hostil. Y creo que siempre se asocia a un hombre todo lo que es hostil. El hombre va a la guerra, hace los trabajos sucios y no entienden que una chica quiera hacer un trabajo duro en la montaña.
-¿Se tuvo que preparar técnica y físicamente?
-Yo he sido deportista toda mi vida, y desde pequeña he estado vinculada al mundo de la montaña, por eso estoy musculada, además de tener buena genética. En 2002 hice las pruebas para entrar en la escuela, donde tienes que demostrar que has adquirido unas competencias, a través de la experiencia. A escalar se aprende escalando, y a base de vivir experiencias mejoras tu capacidad para tomar decisiones. Durante los dos años siguientes me formé, y después conseguí la titulación.
-También tiene una completa formación académica, ¿no es así?
-Estudié Turismo en Deusto, hice un master en Relaciones internacionales en Unesco Etxea y otro master en dirección de marketing. También soy técnico superior en prevención de riesgos laborales, para darle una orientación profesional a todo lo que estaba haciendo. Pero cuando decidí que quería vivir de la montaña, me di cuenta de que el mercado no estaba aún maduro para consumir este tipo de productos.
-¿Y crea una empresa?
-Sí, tuve una idea porque entonces había poca formación para trabajos verticales y en altura. Así que creé un proyecto empresarial con tres patas: la construcción de vías ferratas en la montaña, la formación a empresas en trabajos verticales y las actividades guiadas de montaña. Es mi forma de vida, pero ahora estoy desarrollando mi marca personal como mujer. No me quiero esconder detrás del nombre de una empresa.
-¿Qué es más arriesgado la montaña o crear una empresa?
-La empresa. En la montaña es más fácil reconocer cuándo te tienes que dar la vuelta porque no vas a conseguir el objetivo o porque no se dan las circunstancias meteorológicas o fisiológicas adecuadas. Pero en la vida real, en el mundo empresarial, me siento asediada, manipulada. Todo es burocracia, no podemos ni respirar.
-Como guía, acaba de estar en Nepal, antes en el Kilimanjaro…, ¿alguna vez ha padecido alguna conducta machista?
-Así directamente no. Nunca nadie me ha dicho que no quiere venir conmigo a una expedición por ser mujer. Sí que tuve una experiencia desagradable en mi primera expedición como guía a una montaña de más de 7.000 metros, que fuimos al Muztag Ata. Un hombre me levantó la voz, y casi la mano, y los propios compañeros que vieron la escena, le pararon. Y luego ese hombre cayó en una grieta y murió. Nadie quería rescatarle, pero a mí me salió de alma. Organicé el rescate, y aunque no pudimos recuperar el cuerpo, fui a casa de su familia a darle sus objetos personales. Intenté que quedase el mejor recuerdo de él.
-Comenzaba la entrevista hablando de dificultades, pero tras conocer su trayectoria ¿ha sabido jugar bien las cartas?
-Contado así queda muy bien, pero en la proyección se ve lo demás. Se ven hospitales, coches rotos, en la vida muchas veces estás en la cresta de la ola y otras veces estás abajo. Es lo que cuento. Hay gente que tiene una vida más lineal, pero yo he tenido muchos altibajos tanto profesionales como físicos. Ha habido momentos en mi vida que he creído que tocaba fondo, pero me he rehecho un montón de veces y sigo luchando. Hemos venido a este mundo a transformamos y tenemos un espíritu de supervivencia brutal.
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