Rosa Luxemburgo: feminista, revolucionaria y pacifista


Se conmemora el centenario del asesinato de la líder marxista
SÍLVIA MARIMON

"En enero de 1919 asistí a un mitin del KPD [Partido Comunista Alemán] en el que hablaban Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. Supe que eran los líderes intelectuales de la revolución, y decidí que tenía que ordenar que los mataran. Siguiendo mis órdenes, fueron arrestados. A veces, se debe actuar fuera de la ley. La decisión de matarlos no fue fácil... Pero sigo pensando que fue una decisión moral legítima", declaraba Waldemar Pabst, capitán del ejército prusiano, en 1962. Pabst ordenó el asesinato de Rosa Luxemburgo. Le destrozaron el cráneo a golpes y la remataron con un tiro en la nuca. Ataron su cuerpo con sacos llenos de piedras y lo lanzaron al río Spree. No encontraron su cadáver hasta semanas después. Pabst, que era de extrema derecha, estaba convencido de que los comunistas debían ser aplastados.
La noche del 15 de enero de 1919, hace cien años, desaparecía la dirigente marxista más importante de la historia del siglo XX, antigua militante del Partido Socialdemócrata Alemán, líder de la Liga Espartaquista y fundadora del Partido Comunista de Alemania. El domingo miles de personas le rindieron homenaje en Berlín con un acto en el monumento socialista que hay en el cementerio de Friedrichsfelde, en el barrio de Lichtenberg.

Triple marginación

Luxemburgo, sin embargo, fue mucho más que una líder política. Fue una de las pocas mujeres activas en política en un momento en que las mujeres ni siquiera tenían derecho a voto. Se licenció y se doctoró en económicas cuando pocas mujeres iban a la universidad. No vivió su vida como la mujer de alguien, lo que era un atrevimiento y una provocación a finales del siglo XIX y principios del XX. Y no sólo luchó contra la marginación por ser mujer. Además, era polaca y judía, dos peculiaridades que podían hacer aún más difícil la vida en Alemania.

La libertad de pensar diferente

Luxemburgo había salido de la cárcel pocas semanas antes de morir: el 23 de octubre de 1918. Había pasado prácticamente los cuatro años de la Primera Guerra Mundial en una celda porque había pedido a los soldados que se negaran a combatir. Escribió miles de cartas y artículos. En 1915 escribe: "La guerra es un asesinato de masas metódico y organizado". En agosto de 1918 terminó 'La Revolución Rusa', una crítica a los bolcheviques. En esta obra, que no se publicó hasta 1922, escribe: "La libertad sólo para los que apoyan al gobierno -da igual si son muchos o son mayoría- no es libertad. La libertad sólo puede ser la libertad de pensar diferente".
La misma noche que mataron Luxemburgo, asesinaron a su compañero de partido, Karl Liebknecht. Una nota oficial informó que le habían disparado por "intento de fuga". La nota oficial que acompañaba la muerte de Luxemburgo aseguraba que la habían "linchado las masas". Pocos días antes de sus muertes, en las calles de Berlín habían aparecido carteles que decían: "¡Obreros, ciudadanos! ¡A la patria se le acerca el final! ¡Salvadla! ¡Está amenazada y no desde fuera, sino desde el interior por la Liga Espartaquista. Matad a sus líderes!".
El legado de Luxemburgo es toda su obra teórica sobre el comunismo y algunas de sus ideas sobre socialismo y capitalismo, democracia y dictadura, guerra y paz, nacionalismo, imperialismo y los derechos de las mujeres que han inspirado movimientos individuales y colectivos de los siglos XX y XXI. La líder comunista defendía que el capitalismo se extendería a los países no capitalistas para poder sobrevivir y una vez los territorios hubieran sido agotados entraría en crisis y se colapsaría. Ella defendía la revolución obrera.



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