La escultora maldita, Camille Claudel (1864-1943)
La belleza y el talento de la obra artística de Camille Claudel se vio siempre ensombrecida por la tormentosa relación que mantuvo con su mentor y amante Auguste Rodin. Un amor enfermizo en el que el gran escultor no supo entender nunca los profundos sentimientos de una mujer que habría dado su existencia por él. Con promesas incumplidas de amor eterno, Rodin mantuvo a su joven alumna a su lado a pesar de no querer nunca abandonar a su verdadera pareja, Rose Beuret. En el plano artístico, a pesar de que Camille se situó a la altura del maestro y creó esculturas de alto valor, siempre se le supuso menos capacidad que a Rodin, quien muchos creyeron autor verdadero de su obra. Como en muchos otros casos, es más que probable que si Camille Claudel hubiera nacido hombre, otro hubiera sido su reconocimiento.
Camille Claudel nació el 8 de diciembre de 1864 en Fère-en-Tardenois, Aisne. Desde bien pequeña disfrutaba moldeando el barro como si fuera un juego. Pero ya entonces empezó a mostrar su gran capacidad para reflejar en aquel material inerte los rostros de sus seres queridos. Lo que empezó como una mera distracción, se convirtió en una pasión que no gustó en absoluto a su familia, quienes esperaban de ella que siguiera el camino de las chicas de su tiempo, el que las dirigía exclusivamente al interior del hogar.
De alumna pasaría pronto a convertirse en musa, para escándalo de su madre tradicionalista, pues el rostro de Camille empezó a aparecer de manera constante en la obra de Rodin. Y de musa, a amante, viviendo un tiempo dorado y soñado por aquella niña que jugaba a ser escultora. Camille Claudel se convirtió en compañera del gran escultor al que acompañaba a las reuniones artísticas de la capital y del que aprendió el arte de esculpir llegando a alcanzar, sino superar, el talento de Rodin.
El distanciamiento entre ambos terminó en ruptura en 1898 cuando Camille fue del todo consciente de que las promesas de amor de Rodin eran palabras vacías. Él nunca dejaría a su amada Rose, con la que terminaría casándose al final de sus días, traicionando a la desdichada Camille.
Empezó entonces un período obsesivo de creación del que nació una de sus esculturas más famosas, La edad madura, en la que aparece una figura femenina arrodillada agarrando a un hombre que se lo lleva una mujer adulta con rostro siniestro. Toda una alegoría de su existencia.
Encerrada durante años en su piso, Camille Claudel terminó enloqueciendo. Hacia 1905 sus miedos empezaron a aflorar haciendo de ella una mujer demente que destruía todas sus creaciones sistemáticamente, entre ellas una serie de bustos infantiles en los que parece ser que habría enterrado su frustración por no haber podido ser madre. Años atrás había perdido un bebé cuyo padre, Rodin, habría obligado a abortar.
Camille Claudel terminó sus días en el sanatorio de Montdevergues, sola, aislada y olvidada por todos. El 19 de octubre de 1943 terminaba su larga penitencia, como ella misma lo calificó, de treinta años de reclusión injusta.
Auguste Rodin había fallecido muchos años antes, en 1917. Mientras su cuerpo descansa junto al de su amada Rose, su obra, paradójicamente, permanece junto a la de su amante Camille Claudel. El Museo Rodin es el que recoge el número más grande de obras de la escultora.
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