Victoria Camps: “La Filosofía ha sido invadida por la autoayuda, que no es pensar”
Prácticamente se puede decir que fue de las que puso la primera piedra de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). Victoria Camps es una erudita de la ética y la filosofía, asesora en ámbitos que van desde la educación hasta la política, pasando por el periodismo y la medicina. Sin embargo, dice que no es sabia sino “una amante de la sabiduría”. Una charla con ella se puede convertir en una clase de filosofía improvisada. Muy crítica con el modelo educativo actual, apuesta por una escuela que cuestione “lo preconcebido que se da como bueno”. La filosofía no da respuestas, pero ayuda, asegura.
¿Cómo ha visto la evolución de la UAB y de sus estudiantes?
Ha cambiado mucho. Se creó en 1968 con un espíritu muy asambleario, ahora que vuelven a estar de moda las asambleas. Además, su ubicación no es casual: está a las afueras de Barcelona para evitar problemas con los estudiantes. Igual que en Madrid. Quería ser una universidad diferente y así fue en los primeros 15 o 20 años. Los movimientos estaban muy radicalizados, había menos gente y la relación con los profesores, que éramos muy jóvenes, era más directa. Todo esto cambió a medida que se fue masificando y se pautó cada vez más la docencia. Es muy difícil hacer cosas anómalas.
¿Por ejemplo?
Recuerdo que casi escogíamos con los alumnos la programación del curso siguiente.
Pese a la evolución, la UAB es aún un polo de reivindicaciones. En los últimos años no han faltado manifestaciones contra planes de educación y actos de reflexión con un buen número de estudiantes implicados.
No creo que destaque por sus reivindicaciones, al contrario. La participación estudiantil es muy baja y esto se puede deber a la desafección política, que se nota en todas partes. En el ambiente universitario se traduce en esta baja participación en todo lo que represente hacer cambios dentro de la universidad.
Pues no han faltado cambios... Desde la instauración de la democracia en España ha habido siete leyes de educación.
¡Es un disparate! Es falta de una cultura política que mire sobre todo el interés general y no el partidista. Es una demostración más de esta democracia de partidos cerrados en ellos mismos. Lo que se debería hacer es encontrar unos mínimos consensuados y mantenerlos en el tiempo. Siempre pongo el ejemplo de Finlandia, que nunca ha hecho una reforma educativa. Intuitivamente han cambiado cosas, pero no ha sido necesario hacer una ley. Esto aquí, por ahora, no es posible. Cuando se producen cambios en la educación, ¿qué temas parecen los más conflictivos? Religión sí o no; qué lengua; las diferencias curriculares en las autonomías... Todo esto, dentro de lo que significa educar, es menor. Convertir estos conflictos políticos en lo más importante de la educación es un gran error. El gran problema que tenemos es el fracaso escolar. El 30% que se da en la educación obligatoria también aparece en la universidad. Y ésta debería ser la preocupación máxima del Estado y también de Catalunya. Y no lo es porque nos preocupa más la lingüística.
Es decir, ¿los mismos errores pese a tener posturas diferentes en este ámbito?
No estoy de acuerdo en la inmersión tal como está diseñada en la última ley de política lingüística, porque no se está llevando a cabo como dice la normativa debido a que no se puede y eso la Conselleria de Enseñanza lo sabe, pero no lo quiere decir. Catalunya es muy diversa y hay realidades de catalanización muy diferentes. La política lingüística debería ser más flexible y dar más autonomía a las escuelas.
La escuela es un lugar donde se aprenden valores, aunque a usted se le conoce que prefiere hablar de virtudes.
La palabra valor es más atractiva que virtud, que es más anticuada. Pero no solo la escuela transmite valores, también la familia, los medios de comunicación y hasta las empresas. ¿Qué valores? Hay muchos. Los económicos son los que más se transmiten. Pero en filosofía no se habla de valores éticos, sino de virtudes, que son esas cualidades que el individuo debe adquirir para acabar siendo una buena persona. ¡Esto es lo que se debe inculcar!
Ser buena persona es un juicio subjetivo. Por ejemplo, Robin Hood, que robaba a los ricos para dárselo a los pobres, puede parecer muy buena persona para algunos y no tanto para otros.
Un fanático nunca será una buena persona. Es decir, aquel que no pone límites a la violencia para conseguir lo que quiere nunca estará en la línea de lo que proclaman los valores o virtudes éticas. Pero sí que es cierto que hay un componente subjetivo. Por ejemplo: la concepción de la libertad con los dibujos sobre el islamismo. Unos pueden pensar que se deje hacer y otros que se prohíban, pero todos defienden la libertad en un contexto de valores, porque no solo está la libertad, también hay el respeto al otro. Las virtudes fundamentales han de ser universales y en este sentido si en un país no se respeta a las mujeres, porque su cultura determina que debe ser así, no está bien, aunque su cultura lo mantenga como una parte esencial de su tradición.
Este 2016 tenemos sobre la mesa otra vez el binomio libertad-seguridad. ¿Para generar seguridad se puede invadir la libertad de la ciudadanía?
Esto no se puede discutir en abstracto. Pese a que me he dedicado toda mi vida a ello, que no es más que la filosofía. Nunca se podrá elegir qué es mejor, si libertad o seguridad. Las dos son necesarias. Cuando salgo de casa cierro con llave, aunque sería más cómodo no tener que hacerlo. Es una incomodidad pero lo hago, pese a que vaya contra mi libertad. O cuando se viaja en avión ¡es un calvario! Pero lo aceptamos porque asegura más nuestra seguridad a la hora de volar. Siempre se buscará este equilibrio entre más seguridad y pérdida de libertad o al revés.
Retomando el hilo de valores y virtudes, ¿dónde está el límite ético de un profesional condicionado por los recortes o por sus condiciones laborales?
Los recortes es evidente que afectan y en el caso concreto de la medicina han puesto de relieve que la profesionalidad va más allá de estas limitaciones que imponen los recortes, es más auténtica. El valor profesional de una persona se nota cuando las circunstancias no le ayudan y sin embargo mantiene esta profesionalidad.
La UAB el pasado verano derribó la guardería Gespa, un referente educativo con un bagaje de más de 40 años.
Los recortes. La pregunta que debemos hacernos es: ¿Qué se ha recortado, por qué y por qué no se ha hecho en otros ámbitos? Recortar una guardería, porque no hay dinero público para ayudarla, es una cosa que no debería pasar en un estado social, es un servicio que la sociedad necesita.Y más una guardería universitaria, que es un servicio que se hace para los trabajadores de la misma, y si se hace bien, como era el caso de la Gespa, merecía ser conservado.
Me han dicho que ha asesorado al secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, en cuestiones de ética.
No directamente. Formé parte del comité de expertos que creó Pedro Sánchez para hacer el programa electoral de las elecciones generales del pasado 20 de diciembre y yo formaba parte del grupo. Me escogió porque creyó que la cuestión de la ética es importante y quería ver si se podía introducir de alguna manera en su agenda de propuestas.
Formé parte del comité de expertos que creó Pedro Sánchez para hacer el programa electoral del 20D
A tener del alud de casos de corrupción, ética y política son dos conceptos a los que les cuesta ir de la mano.
Si cogemos la Constitución, los primeros artículos están llenos de valores éticos: la justicia, la libertad, el pluralismo... La política está orientada por una ética e intenta desarrollar la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que tiene tres grandes principios: la dignidad, la libertad y la igualdad.
Principios que no siempre se respetan...
Sí que lo hacen en cierta manera, porque tenemos una democracia y un estado social. En España hay derechos sociales fundamentales como la educación, que es un derecho universal y aquí lo es. T también la protección de la salud y la Seguridad Social. Todo esto está recogido en la Constitución. Otra cosa es que sea imperfecto, que lo es.
Las políticas de vivienda aplicadas en los últimos años de burbuja, por ejemplo, puede considerarse que atentaron contra la dignidad de las personas.
Sí, hay muchas contradicciones reales que ponen en cuestión que los Derechos Humanos se estén respetando. Pero justamente los Derechos Humanos nos sirven para poder criticar estas realidades. La política debe intentar que se materialicen más los valores. Tenemos unos principios e ideales que no se compaginan con la realidad económica, con este capitalismo salvaje, especulativo, que cada vez crea más desigualdades e incentiva unos comportamientos que no se enseñan ni en las escuelas ni en las facultades.
En varias entrevistas ha dicho que en las escuelas se debería enseñar a pensar. ¿Cómo se hace?
No es más que enseñar a dudar de todo lo preconcebido y que se da como bueno. Es enseñar a cuestionar las cosas que vienen dadas por el mundo del consumo y también es enseñar a priorizar, distinguir cuáles son los principios más importantes. Y esto se puede hacer en la escuela con la asignatura de ‘Educación para la ciudadanía’, que es una manera de introducir el significado del civismo, qué significa ser civilizado, ser un buen ciudadano...Pero la ética, sobre todo, se enseña practicándola.
¿La ética invade otros campos como la psicología?
Lo diría al revés: otros campos invaden la ética. Por ejemplo, la filosofía ha sido invadida por la autoayuda, que no es pensar. Si vas a una librería, lo que antes era la sección de Filosofía ahora es Autoayuda, que son libros que intentan dar respuestas a todos los problemas cotidianos, la mayoría psicológicos, y pretenden resolverlos con fórmulas concretas. Sin embargo, la filosofía ayuda mucho más a superar estos problemas, porque enseña a tomar distancia para saber qué hacer y plantea preguntas, que son el cultivo del pensamiento.
Entonces se puede decir que la cuna de la filosofía griega, fue también la de los psicólogos.
En cierto modo. Ellos se planteaban todo aquello que no entendían e intentaban hacerlo desde la teoría, sin buscarlo fuera. Que no es otra cosa que contemplar el mundo e intentar resolver sus enigmas desde el lenguaje, el pensamiento, el razonamiento. No iban a buscar a los adivinos y que les dieran la fórmula. Bueno... ¡a veces sí lo hacían!
¿Empujaría a su hijos/as o nietos/as a estudiar Filosofía y Letras, hoy día?
Hay la percepción que las Humanidades en general están degradadas, se las deteriora, no se les da importancia y son conocimientos inútiles para ganarse la vida. Pero la utilidad del conocimiento no tiene esta finalidad, al menos no debería tenerla. Hay un libro que siempre recomiendo de Nuccio Ordine, La utilidad de lo inútil, que enfatiza ese conocimiento que parece inservible, pero que socialmente no lo es. La filosofía se debe mantener a dos niveles. Uno, como reproducción de la propia filosofía, es decir, los filósofos estudiamos a los filósofos. Lo que dijeron Kant, Aristóteles y Eugeni d’Ors se debe conservar y se necesitan personas para ello. La otra manera es que todo el bagaje de la filosofía ayuda a pensar y esto es bueno para cualquier profesión. Creo que sería muy buena como una carrera complementaria a otra.
Si con Pedro Sánchez formó parte de un “comité de expertos”, con el expresidente Zapatero participó en otro llamado de “sabios” para reformar la televisión pública. ¿Un filósofo es un sabio?
No, porque un filósofo no es un sabio, es un amante de la sabiduría. Es muy diferente.
Mi madre siempre me dice que “el tiempo acaba poniendo a cada uno en su sitio”, para sostener que la vida es justa. ¿Es así?
Sí, finalmente cuando tenemos más perspectiva, los que acaban siendo parte de la historia y tienen un reconocimiento duradero son los que se lo merecían. Aunque es verdad que hay mucha gente que no lo ha tenido y en este sentido las mujeres tenemos mucho que decir, porque hemos sido muy invisibles durante muchos siglos.
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