Premio Príncipe de Asturias por luchar contra la violencia sexual



La periodista congoleña Caddy Adzuba ha sido galardonada con elPremio Príncipe de Asturias de la Concordia 2014 por su labor de defensa de los derechos de las mujeres y activismo frente a la violencia sexual que sufren en zonas de guerra.
Nacida en Bukavu (República Democrática del Congo) en 1981 y licenciada en Derecho por la Universidad Oficial de Bukavu, Caddy Adzuba trabaja como periodista en Radio Okapi, una emisora que surgió como iniciativa de la ONU y que retransmite en todo el territorio de la República Democrática del Congo.
Es miembro de la Asociación de Mujeres de Medios de Comunicación del Este de Congo, gracias a la cual han podido denunciar la violencia sexual que sufren las mujeres de este país.
A pesar de que cuenta con la protección de Naciones Unidas, Adzuba vive amenazada de muerte desde que denunció la violencia sexual que sufren las mujeres de su país y ha estado a punto de morir asesinada hasta en dos ocasiones.
En España obtuvo en 2009 el III Premio Internacional de Periodismo 'Julio Anguita Parrado', y el premio de la asociación de mujeres periodistas 'El Club de las 25'. En 2010 la Cátedra Unesco de Comunicación de la Universidad de Málaga le concedió el Premio Internacional Libertad de Prensa 2010.
Ahora toda su labor ha sido reconocida con el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia, galardón que hasta ahora han recibido muy dos mujeres más: la política colombiana Ingrid Betancourt y la escritora británica J. K. Rowling.

Injusticias que no cesan

La República Democrática del Congo lleva 20 años sumida en una situación constante de emergencia provocado por un conflicto de guerras incesante en las provincias orientales del país. Las mujeres son el sector de la población que más están sufriendo las injustas consecuencias de ese conflicto.
Como cuenta el periodista Alberto Rojas en El Mundo y según el American Journal Public Health, 400.000 mujeres al año reconocen haber sido violadas. Cerca de 1.100 mujeres al día que padecen mutilaciones genitales, golpes y agresiones sexuales con total impunidad para los violadores, quienes en ocasiones están hasta respaldados por leyes injustas. En la mayoría de los casos, estas mujeres (y también niñas) rechazan acudir al médico por miedo a sufrir el rechazo de la familia y de sus maridos.

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