Christina Rosenvinge: "Recuerdo la juventud como un periodo tormentoso al que no querría volver"





Christina empieza hablando de cómo ha hecho su disco con la jerga de la producción: "Fui grabando las canciones en un Ipad y haciendo todos los arreglos ahí mismo. No quería perder el carácter sintético. Me interesaba hacer una mezcla entre sonidos más orgánicos y otros más electrónicos....". Es evidente que para ella este proceso es muy importante. "Yo soy muy peculiar, muy maniática y puedo llegar a ser muy obsesiva con el sonido. Trabajar conmigo no es fácil porque quiero que se oiga exactamente lo que hay en mi cabeza". Y con la entrevista le ocurre casi mismo. Quiere que se escuche lo que hay en su cabeza: o sea la música, o sea su pensamiento, sin que los tópicos o las imágenes distorsionen el mensaje.
No me lo dice, pero tampoco hace falta: Christina no soporta que la llamen musa. Cuando dejó el dúo Álex y Christina, después de haber sido una estrella pop, de 'hacer chas' y de competir en la OTI (¿el pasado es surrealista o solo a mí me lo parece?), lo que quería erapoder escribir sus canciones y hacerlo todo a su manera.
Era 1992 y compuso 'Alguien que cuide de mí', ese himno intimista de espíritu folk, queenardece a su fans femeninas. Después voló sola, vivió unos años en Nueva York, colaboró con Lee Ranaldo de Sonic Youth. Hizo discos en inglés, hizo discos en castellano. Tuvo dos hijos con el escritor Ray Loriga; se separó de él; grabó un disco con Nacho Vegas, mano a mano, pero en la prensa seguían refiriéndose a ellos como 'el músico y la cantante'.
¿Qué hace falta para que una rubia sea considerada autora? ¿Que se haga mayor? Por fin en 2011 publica un disco que es saludado por la revista Rolling Stone como una obra maestra y lo mejor del año: 'La joven Dolores'. Pero otros críticos dicen que no, que en realidad su mejor trabajo había sido el anterior: 'Tu labio superior', el álbum posdivorcio.
Ahora tiene 50 años, y se atreve, otra vez, a cambiar de registo. En 'Lo nuestro' (que saldrá a la venta el 7 de abril) juega con sonidos electrónicos buscando un romanticismo industrial, se alía con el chico de moda, Raül Fernández (Refree), hay crítica social, humor e, incluso, una canción como 'La más puta', donde dice: "¡Qué bien se conserva!", murmuran al pasar, y yo cual lata de atún, guardo silencio sepulcral. Y sí, es cierto, se conserva bien y lo sabe.
Mujerhoy. ¿Por qué cambia tanto entre un disco y otro?
C. Rosenvinge. No escribo de manera premeditada, para mí es una respuesta al mundo en el que vivo. En 2011, con 'Canción del Eco' hablaba del narcisismo, el mal de nuestro tiempo. Y eso tenía sentido en ese momento precisamente, pero no ahora. A lo mejor es una cuestión de porosidad. A mí todo lo que vivo me afecta muchísimo. En estos momentos las relaciones personales están en un tercer o cuarto plano. Ahora tiene mucho más sentido hablar en la primera persona del plural para interrogarnos sobre qué nos está pasando y qué nos va a pasar, pero colectivamente.
MH. En el nuevo disco incluso tiene una 'canción-protesta', 'Alguien tendrá la culpa'. ¿Sabe quién?
CR. No tengo ninguna respuesta para nadie: por favor, el que piense que las pueda tener que no se dedique a la música sino a la política, porque necesitamos a alguien que sepa cómo hacerlo.
MH. ¿Siente que la crisis nos ha puesto a todos en un lugar de comunidad?
CR. Por supuesto. De hecho, el título de 'Lo nuestro' juega con esa ambigüedad. No habla de una relación de pareja, sino de nosotras las mujeres o de nosotros los ciudadanos. Yo, igual que todo el mundo, tengo ahora un interés por la política mucho mayor que antes y la sigo con la misma inquietud y sensación de desamparo que los demás.
MH. ¿Se considera usted feminista?
CR. Sí, sí que soy feminista. Además, me alegro mucho de que el feminismo esté por fin de actualidad. Ya era hora... [Risas].
MH. ¿Cree que la belleza le ha abierto muchas puertas?
CR. No las que yo quería que se abrieran. En realidad, no me considero bella. Es cierto que el físico abre puertas, pero no son necesariamente las que una quiere atravesar. Para ser compositor, músico o cantante no es un requerimiento, aunque si compones una bonita figura en el escenario llamas más la atención, pero puede ser un arma de doble filo porque se trivializa tu trabajo. Esto vale para mujeres y hombres.
MH. A veces ha señalado la excesiva sexualización de artistas femeninas. En un periódico, llegó incluso a decir "que la música femenina se ha convertido en un concurso de zorras". ¿Sigue pensando de la misma manera?
CR. Sí, lo sigo suscribiendo y estoy muy contenta con el debate que generó.
MH. ¿Cree que esas mujeres son explotadas por la industria musical o que son ellas las que eligen exponerse así?
CR. No puedo decir hasta qué punto estas mujeres son víctimas, artífices o perpetuadoras de una tradición. Lo cierto es que las grandes divas son poderosas y tienen influencia en cómo se perciben las niñas a sí mismas. Cuando dije esa frase en ningún momento era despectiva. Yo las llamaba zorras con cariño. Esas estrellas, además de ser bellas, porque lo son, son inteligentes y talentosas, si no, no estarían ahí. Podrían utilizar su poder para algo más.
MH. ¿Existe una manera femenina de hacer rock?
CR. No, esto es algo que a mí particularmente me saca de mis casillas. El rock femenino no existe, no es como el baloncesto: no hay dos ligas. Cada mujer debería estar clasificada en su género musical. Lo único que tienes en común con otras mujeres que hacen música es la vagina, que en principio no emite ningún sonido [Risas].
MH. ¿Tener hijos ha influido en su carrera?
CR. Tener hijos es algo que haces por el camino, pero ni lo veo como el fin de tu vida ni como la fuente de la felicidad... Me parece que es algo mucho más natural: los tienes, te los cargas en el hatillo y los llevas mal que bien haciendo malabares.
MH. En alguna ocasión, ha dicho que en el momento en que se divorció tuvo una explosión creativa porque se encontró con tiempo y espacios de soledad mientras sus hijos convivían con su padre.
CR. Esto como teoría tampoco lo quiero decir mucho porque parece que esté promoviendo el divorcio..., y no. En realidad, todo sería mucho más fácil si hubiera una auténtica conciliación tanto para los hombres como para las mujeres. Ahora, si la mujer es la que gana menos dinero, siempre se considera que es ella quien debe sacrificarse. Pero la mayoría de hombres en este modelo se comportan como burros de carga. Trabajan demasiado y tienen horarios inhumanos, y esto es también algo que habría que equilibrar.
MH. Para hacer música sigue haciendo falta un cuarto propio...
CR. Es increíble que Virginia Woolf siga estando tan vigente. Pero lo que necesitamos no solo es un cuarto físico, sino mental. Por eso la primera canción del disco habla de esto, de que esta entrega femenina hacia los demás, que implica renunciar a lo propio, es también una carga para los que reciben esa entrega.
MH. En su canción 'La muy puta' queda claro que le preocupan la muerte y el paso del tiempo. ¿Por qué ahora?
CR. ¿Cómo no me va a preocupar? Cuando vas cumpliendo años el tema del paso del tiempo y la muerte aparece como un fantasma. Pero la canción es una sátira porque el humor me parece la única manera de aproximarse a un tema tan grave. La historia me gusta porque nació como una disculpa por llegar tarde a una cita con un hombre más joven y, sin embargo, se acabó convirtiendo en un cuento gótico. Suelo llegar tarde, tengo cierto retraso crónico del que no estoy orgullosa.
MH. ¿Ha pasado algo que le haya puesto en la conciencia de ese tic tac?
CR. No, el tic tac está ahí. Acabo de cumplir 50 años. Pero me molesta que a los 50 años al hombre se le revise su carrera y a la mujer el físico. Es algo que me saca de quicio. Creo que esencialmente en tu persona no hay nada que cambie drásticamente con la edad. Yo, por lo menos, no lo noto. No tengo esa sensación de pérdida insalvable de la juventud. La juventud la recuerdo como un periodo tormentoso al que no estoy muy segura de que quiera volver.
MH. Y la canción 'Los Romeos' es una especie de homenaje a todos los hombres que ha amado...
CR. No a todos, en realidad es una pequeña selección, incluidos mi padre y mi hijo.
MH. Sus ex estarán contentos...
CR. No lo sé. La canción, que está llena de humor negro, de lo que habla en realidad es de las ganas de vivir, por eso me hacía gracia llenar la canción de figuras tétricas que están deseando mi fin. Evidentemente, está escrita desde el sarcasmo de ser una estrella del pop, con muchas comillas, porque la identidad de pop-star es algo que solo puedes mirar desde la ironía.
MH. Pero es lo que es, ¿no?
CR. ¿Sí? A veces en los aeropuertos cuando tienes que decir a qué te dedicas en la ficha de inmigración, he escrito pop-star. [Hace un silencio pensativo] Una vez puse exestrella. [Risas] Y me miraron raro.
MH. ¿Y eso duele? ¿Ser 'expop-star', dejar de estar arriba?
CR. Todo esto te lo tienes que tomar con ironía, es la única manera de sobrevivir. No se trata de ti en realidad, formas parte de una especie de circo mediático, pero no es personal.
MH. Pero debe de ser difícil desdoblar esa identidad.
CR. Para mí, el único problema es que, cuando las cosas van mal, tus herramientas de trabajo son peores. Entonces, todo el rato tienes que estar haciendo malabares para ver cómo consigues que te den lo que necesitas para hacer lo que realmente quieres. Pero es un privilegio hacer lo que te gusta, aunque a veces sea suicida o nada rentable. He de reconocer que en algunas épocas para mí la música ha sido un vicio caro. Desde luego, puedo decirte que la motivación nunca ha sido económica. Ni la mía ni la de la mayoría de la gente, porque quien se dedica a esto lo hace por amor. Así de sencillo, no tiene nada que ver con ser una 'pop-star'.

Alérgica a la la nostalgia
"El aquí y el ahora son tan poderosos que no puedo entender lo de perderse en los recuerdos. A mí los 80 y los 90 se me han olvidado por completo. La verdad es que la sensación que tengo cuando me encuentro con algo mío de entonces es que pertenecía a una persona que todavía no era yo".

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