La mujer y la ciencia Publicado por patricia
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El otro día una compañera me contaba que la habían invitado a dar una charla en una iniciativa que se va a llamar mujeres y ciencia, o ciencia y mujeres, o lasmujeres en la ciencia, o algo así. A mí este tipo de enunciados me ponen de mal humor. No sólo eso, me resultan tremendamente ofensivos. Yo no soy científica, pero si lo fuera, me gustaría que me llamaran para hablar como experta en mi materia, de los resultados de mis investigaciones, no por mi condición de mujer. Y tener que contestar cuestiones como: “Y tú como mujer cómo ves la ciencia?” O peor, “¿y las mujeres en la ciencia qué tal van?”, como si el hecho de que las mujeres se dediquen a la investigación fuera algo experimental, y preguntaran de la misma forma que si hubieran metido a un mono en un laboratorio a dirigir un proyecto y hubiera una gran curiosidad por ver qué cosas consigue hacer el mono, cómo se integra y las dificultades que encuentra en el trabajo científico (científico por seguir con este caso en concreto, pero vale para cualquiera). Igualmente ofensivo me resultaría si fuera de raza negra y la cuestión fuera las personas de raza negra y la ciencia, o si fuera homosexual y el título fuera los gays y la ciencia. Y creo que no hace falta que siga enunciando colectivos que son o han sido discriminados por razón de sexo, raza, religión, opción sexual, o lo que fuere.
Yo pensaba que a día de hoy estaba más que demostrado y superado que, si hace años las mujeres no trabajábamos, no ocupábamos puestos directivos, no investigábamos, o no votábamos, no era ni mucho menos por ninguna incapacidad o inferioridad física o mental con respecto al hombre, sino por el contexto histórico y cultural y el papel que la mujer tenía asignado. Pero lo cierto es que ese tipo de iniciativas parecen estar orientadas a divulgar y convencer a la sociedad de que las mujeres, además de estar capacitadas para la crianza, tenemos las mismas capacidades que tienen los hombres para desempeñar tareas, que antes sólo hacían ellos. ¿De verdad aún estamos en ese punto?
Entiendo cuál es el fondo de lo que se trata con estas iniciativas, pero entonces el título debería ser otro, algo así como “problemas específicos de las mujeres para el desarrollo de su carrera como científicas”, o como lo que sea. Porque en general, se hable de la profesión que se hable, el problema específico de la mujer para desarrollarse profesionalmente es el de siempre, la famosa conciliación. La implicación horaria que ciertos desempeños exigen a las personas, no por necesidad sino por cultura, es incompatible con el cuidado de los hijos, lo que implica un sacrificio en cualquier caso. O sacrificar la faceta de madre o padre, o sacrificar la carrera. Muchas veces, la elección de la mujer es sacrificar la carrera en aras de la crianza. Y por eso, y no porque adolezca de ninguna tara, muchas mujeres no lideran la investigación o no al mismo nivel que hombres, ni ocupan tantos puestos directivos. Pero el problema no son los hijos. El problema es que en esta sociedad se está exigiendo que alguien, sí o sí, tenga que renunciar a algo. En otros países, las jornadas, las de todos, hombres y mujeres, son compatibles con la vida personal y la familia, y tanto hombres como mujeres pueden desarrollar su carrera y cuidar de los hijos, por igual. Y se acaban los roles por sexos y se acaban las supuestas diferencias, y las excusas para preferir hombres versus mujeres para según qué desempeños.
Así que en lugar de tantas gilipolleces que insultan a la inteligencia, y de tantos programas de sensibilización, que suenan a oh! qué exótico, una mujer en un laboratorio (cámbiese por despacho etc….)! cómo se las apañará, con esa condición de mujer que tiene, que no sirven absolutamente para nada, puesto que no resuelven el por qué de su exotismo, revisemos en serio la cultura de presentismo laboral en este país, las ineficientes jornadas partidas de ocho, nueve, diez y doce horas, la falta de flexibilidad con lugares y horarios de trabajo, evitemos que tener hijos suponga un sacrificio para nadie, hagamos que la crianza y la educación pueda ser compartida por la pareja, y tendremos una sociedad con esa igualdad que tanto se merece.
El otro día una compañera me contaba que la habían invitado a dar una charla en una iniciativa que se va a llamar mujeres y ciencia, o ciencia y mujeres, o lasmujeres en la ciencia, o algo así. A mí este tipo de enunciados me ponen de mal humor. No sólo eso, me resultan tremendamente ofensivos. Yo no soy científica, pero si lo fuera, me gustaría que me llamaran para hablar como experta en mi materia, de los resultados de mis investigaciones, no por mi condición de mujer. Y tener que contestar cuestiones como: “Y tú como mujer cómo ves la ciencia?” O peor, “¿y las mujeres en la ciencia qué tal van?”, como si el hecho de que las mujeres se dediquen a la investigación fuera algo experimental, y preguntaran de la misma forma que si hubieran metido a un mono en un laboratorio a dirigir un proyecto y hubiera una gran curiosidad por ver qué cosas consigue hacer el mono, cómo se integra y las dificultades que encuentra en el trabajo científico (científico por seguir con este caso en concreto, pero vale para cualquiera). Igualmente ofensivo me resultaría si fuera de raza negra y la cuestión fuera las personas de raza negra y la ciencia, o si fuera homosexual y el título fuera los gays y la ciencia. Y creo que no hace falta que siga enunciando colectivos que son o han sido discriminados por razón de sexo, raza, religión, opción sexual, o lo que fuere.
Yo pensaba que a día de hoy estaba más que demostrado y superado que, si hace años las mujeres no trabajábamos, no ocupábamos puestos directivos, no investigábamos, o no votábamos, no era ni mucho menos por ninguna incapacidad o inferioridad física o mental con respecto al hombre, sino por el contexto histórico y cultural y el papel que la mujer tenía asignado. Pero lo cierto es que ese tipo de iniciativas parecen estar orientadas a divulgar y convencer a la sociedad de que las mujeres, además de estar capacitadas para la crianza, tenemos las mismas capacidades que tienen los hombres para desempeñar tareas, que antes sólo hacían ellos. ¿De verdad aún estamos en ese punto?
Entiendo cuál es el fondo de lo que se trata con estas iniciativas, pero entonces el título debería ser otro, algo así como “problemas específicos de las mujeres para el desarrollo de su carrera como científicas”, o como lo que sea. Porque en general, se hable de la profesión que se hable, el problema específico de la mujer para desarrollarse profesionalmente es el de siempre, la famosa conciliación. La implicación horaria que ciertos desempeños exigen a las personas, no por necesidad sino por cultura, es incompatible con el cuidado de los hijos, lo que implica un sacrificio en cualquier caso. O sacrificar la faceta de madre o padre, o sacrificar la carrera. Muchas veces, la elección de la mujer es sacrificar la carrera en aras de la crianza. Y por eso, y no porque adolezca de ninguna tara, muchas mujeres no lideran la investigación o no al mismo nivel que hombres, ni ocupan tantos puestos directivos. Pero el problema no son los hijos. El problema es que en esta sociedad se está exigiendo que alguien, sí o sí, tenga que renunciar a algo. En otros países, las jornadas, las de todos, hombres y mujeres, son compatibles con la vida personal y la familia, y tanto hombres como mujeres pueden desarrollar su carrera y cuidar de los hijos, por igual. Y se acaban los roles por sexos y se acaban las supuestas diferencias, y las excusas para preferir hombres versus mujeres para según qué desempeños.
Así que en lugar de tantas gilipolleces que insultan a la inteligencia, y de tantos programas de sensibilización, que suenan a oh! qué exótico, una mujer en un laboratorio (cámbiese por despacho etc….)! cómo se las apañará, con esa condición de mujer que tiene, que no sirven absolutamente para nada, puesto que no resuelven el por qué de su exotismo, revisemos en serio la cultura de presentismo laboral en este país, las ineficientes jornadas partidas de ocho, nueve, diez y doce horas, la falta de flexibilidad con lugares y horarios de trabajo, evitemos que tener hijos suponga un sacrificio para nadie, hagamos que la crianza y la educación pueda ser compartida por la pareja, y tendremos una sociedad con esa igualdad que tanto se merece.
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