Mujeres toman las riendas para construir la paz en Colombia
Campesina que desde muy joven se vinculó al movimiento agrario, Nelly Velandia es una lideresa rural de Nuevo Colόn, un pueblo en la parte centro-oriente del país. Rápido se dio cuenta de que las más afectadas por la desigualdad y la violencia eran las mujeres. Por eso se vinculó a la Asociación Nacional de Mujeres Indígenas y Campesinas de Colombia.
Ella es una de las 16 mujeres que han logrado participar como expertas en género en los históricos Diálogos de Paz entre el Gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP), que tienen lugar en La Habana, Cuba, desde octubre de 2012.Por su labor en defensa de los derechos de las mujeres campesinas a lo largo de varias décadas, recibió amenazas de muerte de parte de diferentes grupos armados ilegales. Aunque fue difícil, la Sra. Velandia cuenta como no se rindieron, convencidas de que era necesario que las mujeres participaran en la construcción de paz: “La paz para nosotras es la defensa del territorio, la soberanía alimentaria, los derechos de las mujeres. Eso es construir paz”.
Tras más de 50 años de conflicto armado y dos procesos de paz frustrados, el Gobierno, con el Presidente Juan Manuel Santos a la cabeza, y el grupo insurgente FARC-EP, se sentaron en Cuba con un objetivo común: poner fin a uno de los conflictos armados internos más largos del mundo y lograr un acuerdo de paz estable, duradero y sostenible.
Al mismo tiempo, como parte del proceso de paz, en Colombia las mujeres empezaron a levantar la voz, siendo la mitad de las participantes en espacios de consultas ciudadanas regionales, que contaron con el apoyo de Naciones Unidas.Al inicio de las negociaciones, se hizo mucho énfasis en que tenía que ser un proceso inclusivo. El “Acuerdo General para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”, que ha guiado las negociaciones, incluso reconoce que esto “requiere la participación de [todas y] todos sin distinción”. No obstante, el cambio fue lento en llegar. Incluir a organizaciones de mujeres en este proceso se tardó más de dos años.
Tras un año de haberse anunciado las conversaciones de paz, las mujeres seguían estando ausentes del proceso y sus demandas, invisibilizadas. Reconociendo que este proceso presentaba una oportunidad histórica para dar a conocer y atender las desigualdades estructurales que afectan a las mujeres en el ejercicio de sus derechos, las organizaciones de mujeres dieron pasos decididos para aumentar su participación.
“Las organizaciones convocantes a la Cumbre”, explica Marina Gallego, coordinadora de la organización de base Ruta Pacífica de las Mujeres, “le dijimos a la Mesa en La Habana que no queremos ser pactadas, queremos ser pactantes de la paz”.En octubre de 2013, aunaron esfuerzos para hacer incidencia común y demandar su reconocimiento y voz en el proceso de paz. Para ello, cerca de 450 mujeres de todo el territorio colombiano se dieron cita en Bogotá, en la Cumbre Nacional Mujeres y Paz. Este evento fue apoyado por el Sistema de Naciones Unidas, bajo el liderazgo de ONU Mujeres, y contó con el apoyo de varios países.
Dos semanas después de la Cumbre de Mujeres y Paz, en la Mesa de Conversaciones se llegó a un Acuerdo sobre Participación Política, en el que las partes reconocieron “el importante papel de las mujeres en la prevención de conflictos, resolución de conflictos y construcción de la paz”. Poco después, en una decisión histórica, el Presidente Santos designó a dos mujeres con mayor poder decisivo en la Mesa de Conversaciones por parte del Gobierno.
A veces, un tercio de los delegados en La Habana han sido mujeres, aún lejos de la paridad, pero por encima de los promedios mundiales.
En agosto de 2014 la Mesa de Conversaciones abrió un espacio para recibir a delegaciones de personas sobrevivientes al conflicto armado, con 36 mujeres representando más del 60 por ciento de participantes. Posiblemente sin precedentes en el campo de la resolución de conflictos, las mujeres en la mesa de negociación de ambas partes se reunieron con las mujeres afectadas por el conflicto. Con ellas se visibilizaron los testimonios de las violaciones de sus derechos, incluyendo la violencia sexual y el desplazamiento, evidenciando las distintas maneras en que la guerra ha afectado sus vidas y la de sus comunidades.
Entre ellas estuvo la Sra. Velandia, que aprovechό ese momento esperado y tan soñado para enfatizar el impacto del conflicto sobre las mujeres campesinas, indígenas y afrodescendientes. Urgió a las y los negociadores a llegar a un acuerdo y tener en cuenta a las mujeres en él.Así mismo, representantes de organizaciones de mujeres y de la comunidad LGBTI han participado directamente ante la Mesa de Conversaciones en la Habana como expertas/os en género, presentando sus propuestas ante los acuerdos de paz y el posible escenario post-conflicto.
Poco tiempo después, en septiembre de 2014 se instaló una Subcomisión de Género en la Mesa de Conversaciones, con el mandato de integrar una perspectiva de género y derechos de las mujeres en todos los acuerdos.
La Sra. Velandia valora muy positivamente el acompañamiento y compromiso de ONU Mujeres con la participación de las mujeres en la construcción de paz: “Ha jugado un papel de garante y de apoyo técnico en nuestra participación como mujeres en el proceso de paz. Con todo este apoyo técnico siento que he madurado políticamente, ha contribuido a formarme más”.
En su reciente visita a Colombia, frente a las asistentes a un encuentro en una comunidad del departamento de Antioquia, la Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka destacó la labor de alto impacto de las organizaciones de mujeres: “Por mujeres como ustedes se ha cambiado el discurso de la guerra. El proceso de paz hace un país mejor y Colombia las necesita para mantener la esperanza”. Además de apoyar la participación de mujeres en los procesos de paz, para sentar las bases que garanticen los derechos de las mujeres en futuro escenario post-conflicto, ONU Mujeres ha prestado apoyo en varios ámbitos, desde la creación de leyes y planes para integrar la igualdad de género y apoyar a mujeres sobrevivientes, incluyendo una Ley de Víctimas y Restitución de Tierras en 2011 con más de 25 artículos sobre temas de género, hasta formaciones para que las mujeres conozcan sus derechos e iniciativas para impulsar la independencia económica.
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