LA DESCONOCIDA MARUJA MALLO (1902-1995)
La musa del 27, Maruja Mallo pintora española, nació en Vivero, Lugo el 5 de enero de 1902 en el seno de una familia numerosa, eran catorce hermanos, ella fue la cuarta hija. Su familia tenía una buena posición y era cultivada. Su nombre real era el de Ana María Gómez González, tanto ella como su hermano el escultor Cristino Mallo utilizaron el segundo apellido de su padre.
Debido al trabajo de su padre que era funcionario del Cuerpo de Aduanas, la familia se traslada a Avilés, Maruja comienza aquí su formación, en la Escuela de Artes y Oficios, que complementa con clases particulares. Dibuja copiando las ilustraciones que llevaban las revistas de la época. En Asturias participa en distintas exposiciones. Entre 1922 a 1926 estudia en la Real Academia de bellas Artes de San Fernando en Madrid, al mismo tiempo asiste a la Academia Libre de Julio Moisés. Allí entabla amistad con Luis Buñuel, Federico García Lorca, Salvador Dalí (es el que la introduce en el ambiente de la Residencia de Estudiantes), Margarita Manso, María Zambrano, Concha Méndez, también conoce a Rafael Alberti con el que mantiene una relación sentimental. Además de una intensa colaboración que se prolonga hasta 1931, lo que el poeta ponía en palabras ella lo plasmaba en su pintura. Participa en 1927 en la primera escuela de Vallecas, su serie Cloacas y campanarios se acerca a los planteamientos de ésta, formaban parte de la escuela Alberto Sánchez, Benjamín Palencia, Miguel Prieto, Souto, Eduardo Vicente y Rodríguez Luna.
Por esos años desarrolla una gran actividad literaria trabajando para varias publicaciones como El almanaque literario, La gaceta literaria o Revista de Occidente, al mismo tiempo que ilustra las portadas de varios libros. En 1928 de la mano de Ortega y Gasset al que le gusta su obra, se realiza su primera exposición en los salones de la Revista de Occidente, la muestra fue un éxito. Su obra en ese momento se encuadra dentro del realismo mágico.
La Junta de Ampliación de Estudios le concede una pensión en 1932 para ir a París. Expone en esta ciudad en la Galería Pierre Loeb, André Bretón compra su cuadro Espantapájaros (1929). Es en este momento cuando su pintura cambia totalmente, se adentra por completo en el surrealismo. Conoce a Max Ernst, Joan Miró, René Magritte, Giorgio de Chirico, Paul Éluard o André Breton, Jean Cassou, Picasso, Péret, Aragon, Arp y el grupo Abstraction-Création del que formaba parte el uruguayo Joaquín Torres-García. En esta época era ya una artista conocida, el gobierno francés le compró un cuadro para exponerlo en el Museo Nacional de Arte Moderno.
Regresa a Madrid donde los cambios políticos son profundos, Maruja es una artista comprometida con la República y sus proyectos. Participa activamente en la Sociedad de Artistas Ibéricos. Trabaja sobre temas sociales, directamente relacionados con su amistad con Miguel Hernández. Da clases en el Instituto de Arévalo (Ávila), de dibujo y cerámica. En 1934 sus inquietudes le llevaron a estudiar matemáticas y geometría, ya que le interesaba aplicar estas disciplinas a su obra, esencialmente a la cerámica. Entra en contacto con el Grupo de Artistas de Arte Constructivo con el que Torres-García había trasladado a España la experiencia parisina, formaban parte de la misma Moreno Villa, Manuel Ángeles Ortiz, Palencia y Luis Castellanos que estaba empeñado en la traducción del tratado de La Divina Proporción de Luca Paccioli. Adopta la sección áurea como la base de su trabajo, realiza trazados armónicos preparatorios en sus obras. Le interesa la creación de un lenguaje universal basado en los principios de la geometría.
Se traslada a Galicia ejerciendo como docente en las Misiones Pedagógicas. Allí se encuentra cuando estalla la Guerra Civil, huye a Portugal. Gabriela Mistral que era amiga suya y embajadora de Chile, la ayuda a llegar a Buenos Aires, continua su actividad como docente y pintora. Sigue ampliando su círculo de amistades entre las que se encuentra Pablo Neruda. Durante la Guerra Civil es destruida toda su obra cerámica.
En Argentina se integra en la vida cultural del país, se convierte en colaboradora de la revista Sur, de la que también es colaborador Borges. Es en Buenos Aires donde inicia su serie Marina y la serie Terrestre. En la serie Máscaras Maruja se inspira en los cultos sincréticos de los indígenas. Viaja con asiduidad y expone en distintas ciudades como Nueva York, París o Brasil. En 1939 publica el libro Lo popular en la plástica española a través de mi obra, obra que empieza a incluir los retratos de mujeres, este cambio para algunas voces es el precursor del Arte Pop norteamericano. Con Pablo Neruda viaja a la isla de Pascua en 1945, en este tiempo inicia su serie Naturalezas vivas. Con la llegada del peronismo al poder Maruja Mallo se traslada a Nueva York.
Es en la década de los sesenta cuando regresa a España, instalándose en Madrid, es una auténtica desconocida en su propio país. Ya que aquellos que fueron sus contemporáneos o habían fallecido o continuaban en el destierro, lo que propició que su vida pública fuera inexistente. En ningún momento deja de pintar, en la década de los noventa del siglo pasado realiza algunas exposiciones y recibe premios como la Medalla al Mérito en las Bellas Artes y el Premio de Artes Plásticas de Madrid. Fallece en Madrid el 6 de febrero de 1995.
Algunas obras pictóricas suyas son: La verbena (1928), La huella (1929), Sorpresa del trigo (1936), La red (1938), Cabeza de mujer (1941), Máscaras (1942), Naturaleza viva, Vida en plenitud (1943), El racimo de uvas (1944), Cabeza de mujer (1946), Oro (1951), Agol (1969), Geonauta (1975), Selvatro (1979).
Maruja Mallo es una mujer que viene de otro tiempo, moderna y vanguardista. La llaman surrealista pero lo cierto es que su obra es difícil de clasificar. En un artículo no se puede plasmar ni su interesante vida ni su obra, les aconsejo que lean alguna de sus biografías quedaran fascinados.
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