Talento femenino, el sexo fuerte

Estas 12 mujeres tienen en común la velocidad. Pensaban a cien mil revoluciones por minuto. Sus cabezas eran un huracán de ideas, emociones, odios y angustias. La rapidez provoca vértigo, y la mayoría de ellas vivieron en una constante montaña rusa. Eran grandes inventoras camufladas en estrellas de cine, feministas con hábito, eran todo voz o todo letra. 
Eugenia Tusquets y Susana Frouchtmann han juntado a monjas con adictas al sexo, a pintoras cuerdas con escritoras locas. Han invitado a convivir en un mismo libro a 12 de las mujeres que sufrieron por su talento o que cuya inteligencia se difuminaba en una belleza insultante. Han reunido a aquellos que poseían ese punto de locura que hace fuerte las ideas. Las que fueron, en palabras de las autoras, "independientes, valientes y arriesgadas" y en La pasión de ser mujer (Ed. Circe) se narra su lado más real, el más oscuro y el más brillante. Eugenia se mete en su piel y Susana contextualiza su mundo. "Nuestras protagonistas no solo tuvieron que enfrentarse a un mundo adverso, sino que también tuvieron que combatir consigo mismas, con ese perfil caracterológico, emocional e intelectual que había sido creado para ellas". 
ANÄIS NIN (1903-1977). En una época en la que gritar de dolor era más común que hacerlo de placer, Anäis Nin vivió con una sensual afonía crónica. Se enamoró de su padre, se obsesionó con demasiados hombres e hizo del sexo una obra de arte. Escribió unos diarios intensos, abrumadores, aberrantes, psicóticos y tremendamente precisos. "La posibilidad de separar amor y sexo se debe en parte a ella", explican las autoras sobre esta artista que consiguió "no adaptarse a su tiempo, sino a sí misma" y reivindicar el papel de la mujer como ser humano activo. 
MARÍA CALLAS (1923-1977). "Su voz atraviesa el corazón, es una voz que conmueve, que deslumbra, que lo inunda todo". Susana Frouchtmann habla de María Callas, la considerada como la mejor soprano de la Historia. La voz querida por todo el mundo y escuchada por nadie. Su madre tardó días en querer conocerla, anhelaba un niño, sus amantes eran fugaces y su autoestima rozaba el llanto. La negatividad que la acompañaba sólo desaparecía cuando nadie se fijaba en ella y todo el mundo lo hacía en su voz. Pero lo que acabó con su fuerza fue Onassis, el rico naviero que, como escribe Susana, "colecciona amantes y no amores". Tras noches excesivamente largas la abandonó por cansancio, ya la conocía de sobra, y empezó el declive de La Diva. Una mujer que "cogió las riendas de su carrera y que solo las soltó al conocer a Onassis".
HEDY LAMARR (1914-2000). Protagonizó el primer orgasmo de la gran pantalla. Era 1933 y Éxtasis llegaba a las cines con la mujer más guapa del mundo: era la austriaca Hedy Lamarr. Desde ese momento todo lo hizo a lo grande. Treinta películas, seis matrimonios, decenas de amantes, hurtos en tiendas de poca monta, cirugías y soledades impuestas la llevaron a ser protagonista de un millar de noticias. Pero lo que no sabía Hollywood es que bajo la frivolidad obligada de la actriz se encontraba una de las ingenieras más brillantes de la historia. Ella y George Antheil, inventaron el espectro expandido, un método de comunicación cifrado utilizado por Estados Unidos en la crisis de los misiles de Cuba y en la Guerra de Vietnam y que es la base de las redes telefónicas actuales. Nos conectó y pasó a la historia como la mujer más bella del mundo. 
MADAME DE STÄEL (1766-1817). Hija de un banquero y una pianista, Madame de Stäel (nombre que asumiría en su primer matrimonio) fue la primera y la única mujer que se enfrentó a Napoleón. Intelectualmente astuta, escribió ensayos políticos y filosóficos desde los 19 años, organizó mesas de debate y se encendió como un volcán ante el machismo de su época. Su primera novela, Delphine, en la que hablaba de la mala situación de la mujer bajo el mandato de Bonaparte, del divorcio y del protestantismo como fe superior al cristianismo provocó la furia del emperador que la desterró a 160 kilómetros de París. Su exilio, que duró 10 años, le llevó a crear el que hoy se conoce como el grupo de los Coppet, en Coppet, a 160 kilómetros de París, donde participaron autores de la talla de Lord Byron. Referente intelectual en su país, su primer matrimonio, que duró varias décadas, era una farsa de amantes e hijos bastardos que su marido toleraba a cambio de dinero. Su madre, por la vida 'insolente' que llevaba, no quiso que entrase en su lecho de muerte.
EMILIA PARDO BAZÁN (1851-1921). Dueña de una libertad reservada al género masculino, su vida fue una lucha constante contra el mojigatismo reinante. Tenía dinero y una influencia abrumadora, lo que le permitía "meterse en todo lo que le daba la gana". Sus textos abrían llagas y sus razonamientos eran considerados una insolencia para una mujer de clase alta. Murió radicalizándose en un feminismo extremo, abandonada por su marido por defender el naturalismo de Zola y con una lista de amantes digna de la Biblioteca Nacional. Murió con la valentía que les faltó a los hombres que la rodearon. 
VIRGINIA WOOLF (1882-1941). En una lista de las 12 mujeres más relevantes del siglo pasado, Virginia Wolf es el primer nombre que nos viene a la cabeza. Incapaz de tolerar el desprecio de sus obras por ser firmadas en femenino, luchó por reivindicar el papel de la mujer dentro de la literatura. A cuestas con un trastorno bipolar, intentó ser feliz mientras el miedo le susurraba al oído. Escribió con esa fuerza de los que saben que la vida son simples rachas de entusiasmo y acabó acallando sus fantasmas en el fondo del río. Lo tenía todo y todo le parecía una carga. Dejó a su marido con una nota y la frustración de no poder salvarla de sus sombras. 
TERESA DE ÁVILA (1515-1582). La mujer mística, la que oía a Dios, la que sabía que le decía que no había que rendirse. La del éxtasis, la poetisa. La santa de Ávila que cambió el concepto, que no se planteó ser menos por su sexo. La llaman la monja feminista, suena contradictorio, pero consiguió con un hábito lo que pocas han conseguido fuera de un convento. "Todas nuestros mujeres son fuertes, famosas y libres. Pero entre ellas no se haya un cuerpo más codiciada que el de Santa Teresa de Jesús", recuerda Susana y Eugenia ante las distintas 'tumbas' de cada parte del cuerpo de la de Ávila. "Concibió un lugar para la mujer, visible, inviolable y singular". 
RAQUEL MELLER (1888-1962). La reina de los años 20. Meller reflejó la fragilidad con la que las mujeres de carácter fuerte aparecen en escena. Reinventó el cuplé a base de mala leche, y consiguió que el público pagase altas cantidades por escuchar lo que antes era algo 'de provincias'. Seca y fría, supo generar la agonía del misterio entorno a su nombre. Triunfó en el cine mudo, en la canción y en París. "El rey Alfonso XIII la invitó a actuar en palacio y ella, airada, respondió: 'La misma distancia hay desde el teatro al palacio que desde el palacio al teatro. ¡Si quiere escucharme que venga él!', recuerdan Susana y Eugenia. A los pocos días el rey fue al teatro, así era el poder de Meller que llegó a rechazar trabajar bajo las órdenes de Chaplin, dos veces. "Ninguna actriz española ha triunfado de la forma en la que lo hizo Raquel Meller".
ELEANOR ROOSEVELT (1884-1962). Cuando Franklin se quedó paralítico, él y Eleanor llevaban años sin dormir juntos. Lo que había sido el matrimonio perfecto desapareció por el descubrimiento de unas cartas de la amante de él. Mantuvo el tipo, en una época en la que las mujeres tampoco podían hacer mucho más, y se quedó con él aunque no a su lado. Al enfermar, con una carrera política a punto de despegar, Eleanor se hizo cargo de todas las actividades políticas de su marido. No fue mujer de, sino la mujer que mientras sustituye a Roosevelt en ruedas de prensa, comidas y charlas, luchaba por abolir el trabajo infantil en su país, participaba en la redacción de la Declaración Universal de Derechos Humanos de Naciones Unidas e incluso se enfrentó a algunas políticas que su marido llevaba a cabo en la Casa Blanca por considerarlas injustas. 
HANNAH ARENDT (1906-1975). Eugenia Tusquets y Susana Frouchtmann describen a Arendt en uno de los episodios más importantes de su vida: el proceso de Eichmann al que acudió como reportera para The New Yorker. Alemana de nacimiento y judía, pasó por el campo de concentración de Gruss. Sionista al principio, se desencanto al considerar que se estaban radicalizando. Durante el juicio sus artículos destacaron la falta de inteligencia de Eichmann, al que consideró un sujeto pasivo que solo cumplía órdenes aunque nunca insinúo que fuese inocente de la masacre, además atacó a algunos dirigentes judíos por su pasividad ante la situación. El lobby judío ardió en cólera contra ella y contra el libro posterior que reunía estas crónicas. Activista política, filósofa y gran narradora dedicó su vida a estudiar los totalitarismos y luchar contra los prejuicios asentados. 
REMEDIOS VARO (1908-1963). Huyó con la Guerra Civil a Francia y de ahí a México. La pintora surrealista había llamado la atención desde su ingreso en la Academia de San Fernando de Madrid, pero empezó a brillar en su exilio mexicano. Rodeada de otros intelectuales que habían tenido que abandonar Europa como Leonora Carrington, entablaron relación con Frida Kahlo y Diego Rivera. Medio publicista para poder sobrevivir, su segundo marido le dio la oportunidad de dejar de comercializarse y atender en exclusiva a su arte. Murió a los 55 años, dejando un legado místico, con el papel de la mujer como fuente de sensaciones, con un reconocimiento profundo en México y siendo una auténtica desconocida en España. 
MERCÈ RODOREDA (1908-1983). Mercè lo fue todo. Escritora, dramaturga, poetisa, pintora. Pero su letra tenía tanta fuerza que no fue hasta después de su muerte cuando sus cuadros fueron descubiertos por el público. Novelista insaciable, sus obras se podían leer en 40 idiomas distintos. Usó a la mujer como fuente de sus escritos, hablando de las dificultades de esta para encontrar un espacio propio. Influencia por Virginia Woolf utilizó el hogar como fortaleza, que protegía a sus protagonistas de la cruel realidad exterior. Se le asoció con el movimiento feminista aunque para ella carecía de sentido.

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