Lorenza Mazzetti: El humor de la víctima





La escritora y cineasta italiana Lorenza Mazzetti (Florencia, 1927). 

Y ahí sigue Lorenza Mazzetti, a sus 90 años, irreductible, después de una vida complicada y creativa, marcada por los horribles y criminales sucesos de su infancia y juventud. La escritura, por consejo de su psicoanalista, la salvó de una depresión abismal.
Su madre murió de las secuelas de un parto del que nacieron ella y Paola, su hermana gemela. Su padre, desbordado, puso a las pequeñas al cuidado de muchachas que no hacían bien su trabajo. Por ello, las niñas pasaron, primero, a ser atendidas por el pintor futurista Ugo Giannattasio, pero pronto se vio que era mejor solución que se fueran a vivir con su tía materna, su marido y sus primas.
Lorenza y Paola crecían más o menos felices en una villa de la Toscana, cerca de Florencia, con su culta y cariñosa familia. Y estalló la II Guerra Mundial. Y la tragedia llegó el 3 de agosto de 1944. Las tropas aliadas estaban a muy pocos kilómetros de su casa y los soldados alemanes, de retirada, ocuparon la finca. Preguntaron por su tío, y su mujer dijo que no estaba. Furiosos, ejecutaron de inmediato a su tía y a sus dos primas y prendieron fuego a la casa. Los alemanes traían órdenes. Su tío -escondido en un bosque cercano- era Robert Einstein, primo del físico alemán Albert Einstein, hostil al nazismo y exiliado en Estados Unidos, al que el mismísimo Adolf Hitler quiso castigar eliminando, "por judíos y traidores", a sus familiares. Las hermanas Mazzetti se salvaron por su apellido italiano. Robert Einstein se suicidó meses después. Lorenza y Paola pasaron a tener otro tutor, que dilapidó la notable herencia que su tío les había legado.
Lorenza Mazzetti ha contado en primera persona sus tremendos recuerdos en dos libros. En El cielo se cae (1962) contó, con voz de niña, el tiempo y los hechos que rodearon la matanza. En Con rabia (1963), que acaba de aparecer, narra, también en primera persona y con voz de adolescente, el período inmediatamente posterior al crimen. Ambos libros, con apariencia de novela, han sido editados por Periférica.
Con rabia -escrito a los 36 años- está contado con una voz fresca, moderna, divertida, insolente y rebelde. Mazzetti, sobre la que pesa lo sucedido, se ocupa principalmente de sus cuitas y de las de su querida y muy diferente hermana por ser chicas, por ser mujeres -educadas ñoñamente como tales-, por su despertar prohibido al sexo, por sus primeras y radicales dudas religiosas, por lo insoportable de la escuela, por la vulgaridad e hipocresía de la sociedad aburguesada que las rodea.
Años antes de escribir estos libros, y no pudiendo aguantar en Italia el ambiente y los recuerdos, Lorenza, con 27 años, se largó a Londres y consiguió matricularse, mientras trabajaba de camarera, en la Slade School of Fine Art, donde tuvo como profesor a Lucien Freud y como compañero de aula al luego importante pintor Michael Andrews, quien, por cierto, tiene obras colgadas en el Thyssen y de quien yo compré hace años un póster que tengo enmarcado en mi cuarto de estar.
Pero, a lo que vamos, Londres no era entonces la juerga que fue después, pero ya bullía el ambiente de cambio y ruptura que, en el teatro y en la novela, protagonizaban los Jóvenes Airados. Y hete aquí que la desenfadada y resuelta Lorenza, haciendo unas trampas burocráticas que casi la llevan a la cárcel, no sólo consiguió dirigir una película -y luego otra-, sino que fue la única mujer al frente del naciente Free Cinema.
Lorenza dirigió primero K (1954), una versión libérrima de La metamorfosis de Franz Kafka y, a continuación, Together (1956), premiada en Cannes. El protagonista de las dos no fue otro que Michael Andrews. Acababa de nacer el Free Cinema, cuyo primer manifiesto (1956), Mazzetti impulsó y firmó en la sola compañía de Lindsay Anderson, Tony Richardson y Karel Reisz, todos ellos celebérrimos directores después.
Lorenza quiso volver a Italia, donde su hermana se había casado y había tenido un hijo, y entonces fue cuando se pescó la depresión y se puso a escribir. El gran guionista neorrealista Cesare Zavattini, que fue decisivo para que El cielo se cae -ningún editor la quería- se publicara, ganara el más prestigioso premio y tuviera un enorme éxito, la animó a seguir en el cine, pero ella no quiso. En el 2000, Isabella Rossellini interpretó una adaptación a la pantalla de El cielo se cae. Mazzetti se dedicó a escribir más, fundó y dirigió un teatro de marionetas, se hizo militante del PCI y vivió 15 años con un hijo de uno de los fundadores del partido -luego se casó con un médico-, y volvió a pintar, en un estilo naíf y colorista, con gran reconocimiento. Con rabia es una joya.




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