“No me imagino un futuro con patriarcado”



Termino de entrevistar a Jane Caputi (Estados Unidos, 1953) y pienso que tengo que revisar las lecturas y las series que he visto en 2015. Voy por la calle y miro más atenta la publicidad, las campañas electorales, cómo se mueve la gente por la acera o la velocidad de los coches. Caputi es docente en la cátedra de Estudios sobre Mujeres, Género y Sexualidad en la Universidad de Florida (EE UU) y lleva décadas trabajando en torno al concepto de feminicidio desde una perspectiva semántica y semiótica. En su discurso, Caputi vincula la existencia de un sistema opresor masculino con la normalización de la violencia gracias a la simbología que nos rodea.

¿Cuál es el sentido político de usar un término como feminicidio?

Es importante revindicar el poder de nombrar. Todo sistema de opresión niega que es opresor y elimina cualquier referencia en el lenguaje. Por eso hay que visibilizar esa violencia de los hombres contra las mujeres, una violencia que abarca desde el asesinato hasta la violación o la limitación por parte de los Estados de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, como es el derecho al aborto o a la contracepción. Es necesario tener un nombre para esta violencia que se traduce en una forma de control social, en un sistema de dominación de los hombres sobre las mujeres. Si no lo nombramos se convierte en algo nebuloso, desaparece y no puedes luchar contra ello. Cuando las cosas tienen nombre ya no puedes negarlas.

Una de tus grandes líneas de investigación ha sido toda la simbología de dominación masculina en el cine a través de películas como Pretty Woman o Jack el Destripador, o en las grandes obras de arte y la publicidad de diferentes marcas.

Me he centrado en estudiar la cultura popular porque es una fuente de aprendizaje. A través de los símbolos interiorizamos muchas cosas, casi siempre de manera inconsciente. Eso implica que no tenemos una mirada crítica sobre el mundo. Parece que la realidad es tal y como se nos presenta, además de manera inevitable. Pero realmente detrás de cada símbolo hay mucho de propaganda, un mundo donde parece que las únicas vidas que importan son las de las clases medias y ricas, un mundo del que continuamente nos llegan mensajes de la supremacía masculina, del dominio de los hombres, de la masculinidad. Eres una buena mujer si eres pasiva, en cambio eres mala si eres autónoma o sexualmente activa. La violencia de los hombres contra las mujeres está glorificada, sexualizada en el cine, la literatura, la televisión o el arte. Las mujeres vivimos bajo un continuo patrón de terror porque nos transmiten que nunca estamos a salvo, eso nos hace cambiar nuestro comportamiento, que tengamos miedo. Tenemos interiorizado que podemos ser víctimas de violencia machista en cualquier momento y de manera aleatoria, en el trabajo, por alguien conocido o un extraño El terror de las mujeres se alimenta continuamente.

Hablas del derecho al aborto y de la contracepción con ejemplos de violencia, ¿son los Estados, como el español, cómplices de los feminicidios?

Ése es uno de los argumentos que usan las feministas. El ejemplo más claro es la negación de los derechos reproductivos pero hay muchos otros. En Estados Unidos muchas mujeres negras son agredidas por parte de sus maridos pero, como además son discriminadas racialmente por la policía, no se atreven a denunciar, por lo que están desprotegidas y no tienen el mismo acceso a los servicios sociales que una mujer blanca. Existe complicidad con ese patrón de dominación masculina. En otros países, además, la policía o los militares reprimen y asesinan a activistas feministas como es el caso de México o Guatemala. Si hablamos de feminicidio, el Estado debe entenderse como un actor implicado.

¿Está el patriarcado en descomposición o hay un rearme?

Efectivamente el patriarcado está en descomposición, se siente amenazado y eso genera más violencia, porque la violencia no es innata al hombre, sino que se produce por el rol masculino. Los hombres sienten que siempre tienen que demostrar su virilidad, sobre todo cuando les avergüenzan o les retan, y la manera de hacerlo es a través de actitudes agresivas. Nunca nos libraremos de la violencia si no cambiamos la noción de masculinidad dominante.

En el caso español existe desde hace unos años un rebrote de grupos de hombres machistas organizados y con gran presencia en internet. Hablan de denuncias falsas o de custodia compartida, un testigo que han recogido algunos partidos políticos como Ciudadanos.

Estos grupos también existen en Estados Unidos. Es un discurso que se elabora en torno a la idea de que los hombres están discriminados por cuestiones de género. La estrategia es muy predecible. Se intenta invertir el discurso, darle la vuelta a la idea de que los hombres oprimen a las mujeres sistemáticamente. Te dicen “no, realmente son los hombres los que están oprimidos sobre todo por parte de las mujeres”. Es una táctica de abuso muy común, un patrón de comportamiento bastante típico en los casos de violencia. Darle la vuelta a la historia y no examinar lo que ellos hacen mal. Los maltratadores siempre hacen lo mismo, se presentan a sí mismos como las víctimas.

¿Qué vínculos estableces entre el medio ambiente y las violencias machistas?

Incluso si miramos las metáforas más básicas, se habla del abuso, de la violación de la tierra. Sin embargo, la tierra es nuestro entorno, el espacio donde vivimos, lo que nos sostiene, no podemos vivir sin ella. Pero la realidad es que todos los valores vinculados a la masculinidad se extienden a la naturaleza, como la voluntad de controlar todo. El hombre piensa que puede sustituir a la tierra de alguna manera. Esa dominación y arrogancia es algo muy masculino porque no pueden, no existe otro planeta. Así que acabar con el patriarcado es realmente una cuestión de supervivencia para todas las personas. Se habla de que los seres humanos destruyen el entorno pero no es verdad, es el patriarcado capitalista e industrial.

¿Podemos imaginarnos un futuro sin patriarcado?

Por supuesto. De hecho no creo que haya futuro si el patriarcado continúa. Porque el patriarcado básicamente consiste en destruir todo lo que sea el origen de la vida. Y además es algo que no siempre ha existido, se inventó hace unos 7.000 años pero se ha hecho mucha propaganda, como si siempre hubiera estado ahí. Por eso las palabras son muy importantes, no sólo para nombrar lo que existe sino también para pensar en cosas nuevas. Necesitamos todos estos conceptos y visiones para recordarnos que no siempre hemos vivido así, que podemos poner en marcha otro futuro. Eso también va a depender mucho de nuestra creatividad.

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