Rada Boric: "Las mujeres vivimos permanentemente en una guerra"





La activista Rada Boric cree que las mujeres "viven en guerra todos los días". Es más, asegura que no hay mucha diferencia entre estar o no estar en la guerra, o entre ser o no ser una refugiada porque, según la ONU, una de cada cuatro mujeres sufrirá algún tipo de violencia de género a lo largo de su vida. Lo dice con conocimiento de causa porque lleva más de 20 años trabajando en la lucha por los derechos de las mujeres.

Profesora y escritora, fue vicepresidenta del Lobby Europeo de Mujeres hasta octubre de 2014 e integrante del Comité Directivo de la Iniciativa de las Mujeres Premio Nobel, ha participado este mes en el ciclo "Mujeres contra de la impunidad" en la Casa Encendida de Madrid con una conferencia bajo el título: "Los Balcanes, 20 años después: de Srbrenica a las refugiadas y refugiados de Siria" en la que ha analizado el hecho de que la península balcánica se haya convertido en la principal puerta de entrada a Europa para las personas refugiadas de Siria y de otros países en conflicto. Entre sus éxitos, destaca su trabajo en el Centro de Mujeres Víctimas de la Guerra en Zagreb en los años 90 y la elaboración del primer diccionario finlandés–croata que contempla el género femenino.


¿Cuándo decidió involucrarse en la defensa de derechos de las mujeres?

Creo que fui feminista mucho antes de ser profesora. En los años 80 me dieron una beca para dar clases en Indiana (Estados Unidos) y me sorprendió algo que descubrí haciendo una investigación sobre mujeres en la educación. El decano de la universidad afirmó que las mujeres, por nuestras habilidades vocales (es decir, que no podemos levantar la voz tanto como los hombres y que no somos lo suficientemente autoritarias), no podemos enseñar a una clase con un público grande, y que sólo podíamos dar clases a grupos pequeños. ¡Esto me revolvió el estómago! Me enfadó mucho porque yo soy muy vocal, se me oye muy bien cuando hablo. Yo era socialista y venía de Yugoslavia, donde las mujeres y los hombres eran iguales. Saber que existía injusticia hasta en la educación, habiendo igualdad en la educación europea entre hombres y mujeres, fue lo que me convirtió en feminista.

En 1991, simplemente, tuve que volver a casa porque la guerra había empezado y miles de mujeres, niños y ancianos de Bosnia y Herzegovina necesitaban ayuda. Entonces empecé a trabajar con mujeres en campos de refugiados y fundamos el Centro de Mujeres Víctimas de la Guerra en Zagreb. Creo que si no lo hubiese hecho no me hubiese mantenido “mentalmente sana”. En los 90 predominaba el discurso del odio hacia los otros, al igual que hoy, estábamos “nosotros” y “ellos”. Yo veía llegar mujeres que venían de Bosnia, mujeres sin más. Para mí no eran serbias, musulmanas o croatas. Eran mujeres que necesitaban apoyo y así es como comencé.

En 2010, la revista 'Forbes' la nombró una de las feministas más poderosas del mundo. ¿Qué influencia real cree que tiene en la sociedad?

Sobre Forbes tengo que decir que, como feminista, me disgustan estas top list, no creo que sea ni la séptima ni la mujer número 77.777 que tiene influencia en el mundo. Las mujeres deberíamos estar en contra de esta forma de jerarquía en la que hay algunas que van en primer lugar, segundo o tercero. Creo que somos más defensoras de una jerarquía horizontal. Y en cuanto a ser influyente, creo que en mi sociedad sí lo soy. Diría que soy una creadora de opinión porque los periodistas me piden que hable sobre justicia y también llevo el centro para estudios sobre la mujer. Intento corregir el lenguaje que usan nuestros medios de comunicación también. En el día a día sí influyo, pero no diría que son una persona influyente a nivel mundial.

Además, acabé el diccionario finlandés-croata y recibí de la presidenta finlandesa una medalla de honor que se llama Caballero finlandés de la Rosa Blanca. Normalmente va dirigido a los caballeros por lo que fue muy bonito ver ese cambio, que fuese una mujer, Tarja Halonen, la expresidenta finlandesa que estuviese dando un premio (conocido por su titularidad masculina) a una mujer. Creo que son cambios muy pequeños que sí demuestran lo que las mujeres pueden conseguir.

Ha sido profesora, activista, escritora, vicepresidenta del Lobby Europeo de Mujeres hasta octubre de 2014 e integrante del Comité Directivo de la Iniciativa de las Mujeres Premio Nobel. ¿De qué éxito profesional o personal está más orgullosa?

Rada Boric./ J. T.
Rada Boric./ J. T.
Mi mayor éxito ha sido acabar el diccionario finlandés–croata, que incluye el género femenino. El finlandés es muy difícil. No tiene género, no tienen ni siquiera un pronombre como “él” o “ella” como tenemos en la mayoría de los idiomas. Pero en el croata, sí. De modo que traducir cada palabra finlandesa me llevó el doble de tiempo, y es más, tuve que inventarme algunas palabras para incluir el género femenino. Sólo el hecho de reescribir 40.000 palabras de un idioma a otro es mucho. Además, también fue un éxito personal porque me demostré a mí misma que podía hacerlo, aunque me llevase seis años acabarlo.

En el Centro de Mujeres Víctimas de la Guerra en Zagreb, fundada en 1992, ¿cómo era su trabajo con las refugiadas?

Cuando empezamos, evidentemente, no las dividíamos por su etnia o por su nivel socioeconómico o por su sexualidad. Para nosotros, eran mujeres. Sabíamos exactamente que cuando habían sido violadas era por el simple hecho de ser mujeres, no por ser de un sitio u otro. No preguntábamos a las mujeres de dónde venían, estábamos ahí para ayudarlas. Ahora tenemos la misma situación con la crisis migratoria en Europa. Hasta nuestro propio presidente está diciendo que “no todos los refugiados son sirios, ya que algunos son de Irak o Afganistán”, y yo me pregunto: ¿Qué pasa, que hay un ambiente maravilloso y pacífico allí? Están juzgando vidas humanas. Nuestro enfoque (en Zagreb) era confiar en las mujeres y escucharlas, apoyarlas y, paralelamente, intentar trabajar como lobby para defender sus derechos y cambiar la situación. Trabajábamos con mujeres en grupos pequeños, de 15 mujeres y dos profesionales. Yo no tenía un título profesional, hice un curso intensivo de tres meses para darme suficiente formación para poder reconocer un caso de violencia de género, pero luego yo remitía los casos a verdaderos profesionales. Mi tarea era la de luchar para que se cambiasen las leyes.

La ACNUR informó recientemente de que ha recibido repetidas denuncias de abusos sexuales a niños y mujeres refugiados durante su travesía hacia los países del norte de Europa por parte de los traficantes de personas. Desde su experiencia, ¿cómo se puede ayudar a estas víctimas?

Mi preocupación es que conocemos muy poco sobre las mujeres que están haciendo este camino y lo que está pasando en este viaje. Existen diferentes tipos de violencia sexual cuando hay un conflicto. Está la violencia sexual pre-guerra, que consiste en violar a dos o tres de un pueblo para que los residentes tengan miedo y los rumores se extiendan. Hay violaciones durante el conflicto, inmediatamente después de la guerra, las hay en los campos de refugiados… La violación va de la mano de la guerra. Yo diría que las mujeres vivimos permanentemente en una guerra. No hay una gran diferencia para nosotras entre estar o no estar en una guerra o entre ser una refugiada o no serlo. Mientras hablamos ahora mismo, una mujer en España estará siendo violada. Es horrible admitirlo, pero gracias a la guerra de Bosnia tenemos los casos que se juzgaron en el Tribunal de la Haya, donde por primera vez se consiguió que se considerase la violación en la guerra como un crimen contra la humanidad. Por otro lado, si pensamos en la cultura que hemos recibido... por ejemplo los secuestros a mujeres que hacían los dioses griegos… ¿qué secuestro? Era violación. En ese sentido, vemos la cultura de la violación a diario.

V-day es un movimiento global no muy conocido en España. Como coodirnadora local en Croacia, ¿podría explicar en qué consiste?

Lo organiza One Billion Rising (un movimiento activista que lucha para acabar con la violencia de género en el mundo, en español, ‘Un Billón de Pie’). Comenzamos en 2002 con una campaña muy grande. Un grupo de mujeres nos enviaron propuestas creativas para combatir las violaciones. V day comenzó por Los monólogos de la vagina, una obra escrita por la feminista estadounidense Eve Ensler que se ha convertido en el epicentro del movimiento activista. Gracias a esta activista y a su obra, se creó One Billion Rising. ¿Por qué un billón? La ONU ha publicado datos que aseguran que una de cada cuatro mujeres sufrirán algún tipo de abuso sexual a lo largo de su vida, esto se traduce en un billón de mujeres. Es un dato horrible. Cada 14 de febrero, cuando se celebra San Valentín, se organiza un evento en la plaza central de cada ciudad, normalmente una coreografía que todo el mundo se anima a bailar. Un año fue “un billón por la justicia” por lo que nos plantamos delante de los ministerios de justicia o de los juzgados exigiendo justicia para las mujeres. Es importante incluir a hombres, hombres conocidos, artistas, presidentes, presentadores de TV… Además, el acto es muy bonito, las mujeres suelen vestir de rojo, bailan una coreografía llamada Rompe la cadena, pero cada país lo hace de una manera muy diferente. El año pasado se celebró en 206 países. Lo que quiero hacer diferente este año es ir a una zona marginada, no a las ciudades centrales, para concienciar a esa parte de la población. 

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